viernes, 10 de octubre de 2025

Brandon Som

Tripas 
(selección)

Traducción al español por Minerva Reynosa y Emilio Jurado Naón.




CHINESE WHISPERS
 

Dicen que su llanto se escucha cerca del agua. Mi abuela dice que oyó primero la historia cuando era niña y luego, años más tarde, en la línea de producción en Motorola; de boca de una mujer criada cerca de Bisbee. Chismes y dichos: habladurías mientras revisaban los interminables circuitos a través del microscopio. Órdenes fordistas, supervisores y capataces, le dijeron que fabricarían teléfonos que cabrían en la bolsa. 

I couldn't believe it! Si les quitamos la carcasa, los verbos creer y to create comparten un cableado similar. Algunos de esos componentes fueron lavados, desengrasados, con solventes tóxicos (tricloroetileno) que Motorola derramó por años y desechó sin cuidado. Un manto acuífero envenenado se extiende debajo de Phoenix desde el East Valley hacia el West, pasando por el Downtown donde mi padre tenía su negocio, una tiendita llamada Fay's; pero que muchos conocían como los chinos. Después de nueve años de lucha contra el cáncer, mi padre falleció en 2018.  

En 1989, Motorola trasladó la línea de producción en la que trabajaba mi nana a México; después que la empresa recibiera multas en lo que ahora es un Superfund . Podríamos rastrear esta línea de producción desde Phoenix hasta Guadalajara y sus filiales en Guangzhou, de donde la familia de mi padre emigró; primero mi Yeh Yeh en los años veinte y luego mi Ng Ng y Ai Gu en 1948, el año en que se inventó el primer transistor. Podría escuchar en esa tecnología el himno familiar, hecho migajas, pedacitos de chismes como el juego del teléfono descompuesto o susurros chinos: your own ah, your own ah, dice la Llorona desde esos telefonitos que llevamos en la bolsa. 


* El programa Superfound de la Agencia de Protección Medioambiental de Estados Unidos es responsable de sanear los territorios más contaminados del país y responder a emergencias ambientales, derrames de petróleo y desastres naturales; para proteger la salud pública y el medio ambiente.   




TELÉFONO ROTO

They say her cry is heard near water. My nana says she heard the story first as a child & then years later, on the line at Motorola, from a woman raised near Bisbee. Chismes y dichos—hearsay, as they inspected the endless circuitry through microscopes. Fordism’s orders, overseers & foremen told her they would make phones that fit inside a pocket.

¡Yo no lo creía! If we remove their cases, the verbs creer & to create share similar wiring. Some of those components were washed, degreased, with toxic solvents—trichloroethylene—that Motorola for years spilled & flushed carelessly. A plume of poisoned groundwater stretches beneath Phoenix from the east valley to the west, past downtown where my father ran his store, a tiendita called Fay’s, but that many knew as los chinos. After a nine-year fight with cancer, my father passed away in 2018.

In 1989, Motorola moved the production line my nana worked on to Mexico, once the company was served with fines for what’s now a Superfund site. We might trace this production line from Phoenix, to Guadalajara, to subsidiaries in Guangzhou, where my father’s family emigrated from—first my Yeh Yeh in the twenties & later my Ng Ng & Ai Gu in 1948, the year the first transistor was invented. I might hear in that technology my family’s song, in broken pieces, bits of gossip like a game of telephone or Chinese whispers—your own, your own, cries Llorona from those little phones inside our pockets. 





CIRCUITOS ELECTRÓNICOS 

        How do you say, mis circuitos, me cosen, sews me 
palabra por palabra y dictan, ¿cómo se dice? 
                Ella traduce, me conecta, encuerda el rosario: Rosario 
        era el nombre de mi madre, me dice. Por décadas me reza 
un aria with strings, like Ariadna. Mis dark moles, 

        dice, son lunares. Pienso en un astronauta, una luna de mayo 
en perigeo. Hay un relámpago en el chino 電 (Diàn)*, 
                pero veo lazos y cadenas de eslabones en los componentes, 
        un analema*  que rastrea dagongmeis*  y ensambladoras 
de zonas rurales a las fábricas urbanas. Ahora en mi navegador, 

        las feministas de China eluden a los supervisores con emojis 
de arroz y conejos para la resistencia ‘mi’ ‘tu’* . Oigo la motocicleta 
                acelerando con el ándale de mi Nana, pero necesito pronunciar 
        jíjole en mi Anzaldúa para que el sonido 
                y la memoria se encuentren. 

                everyone 
                take              gold 
                a                   mountain 
                look              ship 

        Decía la postal de Ng Ng cuando llegó con Ai Gu 
en 1948. Una montaña dentro nuestro apellido comprado, 
                hay oro en el juego de palabras. El bisabuelo, al enterarse 
        que mi abuelo usaba papeles comprados para su hija, 
reprochaba: “¡Más dinero en los hijos!”. Nana, para mi poema,
        me dio sus pinzas, mango verde, punta delgada,
un par de dedos más finos para pelar semiconductores;
                lámina tras lámina. Sus kids, años después, mis aunts y uncles
        en casa, después de la escuela; le ayudaban a enderezar los cables,
jalándole el rabillo a los transistores, cambiando los circuitos electrónicos

        y calentando tortillas. To hear orígenes: un eco en el hecho.
Xicana Cherríe Moraga escribe sobre el “trabajo a destajo”
                de su madre, cómo se sentaba todas las noches frente a la TV,
        “enrollando cables de cobre en el dorso de placas de circuitos”.
Trenzando, yo creo, para analizar y urdir los cables que encendían

        las imágenes que miraba. Busqué en la Cosmopolitan
ese tipo de lazos: francés, holandés, cola de pescado, trenza en moño,
                lechera y aureola; esos chongos que hacía Nana,
        el tirón y el nudo, el trabajo de estilista a través
del cabello negro de las hijas, que a menudo relampagueaba. 

* Carácter en chino que significa electricidad, descarga eléctrica, telegrama.
* El analema es una curva que muestra la posición del sol en el cielo a lo largo del año. Se observa desde un mismo lugar y a la misma hora del día.
* Dagongmei en chino 打工妹 significa hermanitas trabajadoras. Eran trabajadoras migrantes chinas que se trasladaban de zonas rurales a las ciudades. Este término surgió durante el período de reformas post-Mao, desde 1978; y sigue siendo un término vigente en la actualidad.
* En chino mandarín, arroz se pronuncia “Mǐ” (米) y conejo “Tù” (兔); que juntos suenan parecidos a “me too”, el nombre del movimiento global contra la violencia machista.   




CODE SWITCHES


        Cómo se dice, my circuitry, sews me—me cose— 

word by word & dictates—how do you say?

                She translates, wires me, rewires rosary—Rosario

        was my mom’s name, she tells me. Decades pray me

an aria con cuerdas—como Ariadne. My dark moles,


        she says, are lunares. I think astronaut, a May moon 

at perigee. There’s lightning in the Chinese,

                but I see lasso & chain link in the componentry,

        an analemma tracing dagongmei & ensambladoras

from rural town to city factory. In my browser today,


        feminists in China elude censors with rice

& bunny emoji for ‘mi’ ‘tu’ resistance. I hear the motorcycle

            revving within Nana’s ándale but need to sound out jíjole in my Anzaldúa so sound

            meets memory.

            

            everyone

            take             gold

            a                 mountain 

            look             ship


        Ng Ng’s postcard read when she came with Ai Gu 

in 1948. A mountain inside our paper-name,

                there’s gold in the pun. Great-grandfather—learning 

        my grandfather used papers for his daughter—

scolded, “More money in sons!” Nana, for my poem,


        gave me her pliers—green handle, needle nose— 

a finer pair of fingers to tweeze semiconductors—

                wafer after wafer. Her niños—years later, my tías & tíos— 

        home from elementary, helped straighten the leads—

pulling pigtails of transistors, leaping code switches


        & warming tortillas. Oír origins—an echo in the hecho. 

Xicana Cherríe Moraga writes about her mother’s

                “piecework”—how she sat nightly before the tv, 

        “wrapping copper wires into the backs of circuit boards.”

Braiding, I think, to parse & plait the wires that lit


        the images she watched. I looked up in Cosmo 

that knot work—French, Dutch, Fishtail, Braid-to-Bun,

                Milkmaid & Halo—those chongos Nana made— 

        the yank & tugged-tie, the brushwork through

the dark hair of daughters that often sparked. 





CHINO 

La olla zumbaba por el vapor. La masa se cocinaba.
        Ella dijo que sus ojos son chinos. La vocal se prendió
con un aura, un brillo que ilumina el umbral.
        La vocal era un hechizo: un yo que podría ser nosotros,
un yo que hace eco en cómo nos ven y nos vemos.
        Identidad. My God, exclamó,
rodeada de fotos, children y grandkids
        donde soy el único chinese. ¿Cómo podría ver yo
a través de los ojos de mi familia, ojos de búho
        en la palabra ojos y uno en su párpado girado de lado目 (Mú).
Me quedé pensando con ella en la mesa donde
        pusimos una aceituna, black eye, en cada hoja,
ese folio gastado con notas de campo para campos de maíz
¿Qué ve ese ojo negro en la cáscara de la mazorca?   

* En la versión original del inglés dice Eyedentity, donde juega con el sonido fonético (ai) de la "I" inicial y la palabra "eye" (ojo) en inglés.
* Significa ojo pero en un sentido más amplio, como mirada.



CHINO


The olla knocked with steam. The masa cooked.

                She said her eyes are china. The vowel switched

on an aura, a shine that sheens the threshold.

                    The vowel was spell: an i that might we,

an i that echoes how we’re seen & see. 

                Eyedentity. Ay Dios, she exclaimed,

surrounded by photos—niños & nietos—

                    where I’m the only chino. How might I

see through my family’s eyes—an owl’s eyes

                in ojos & one in its lid turned sideways

I wondered with her at the table where we

                    placed one olive—ojo negro—in each hoja,

that worn folio for field corn’s field notes.

                What does that dark eye in the ear’s husk see? 






RASPADAS 

Un lamento expulsado
                                    por todo
                    el Barrio Campito,
                                                        la máquina de Nana Chayo
que trituraba barras de hielo
                    para sus raspadas. 




Justo al Oeste
                                    del rastro
                    y de las vías del tren 
                                                del Union Pacific, ella
también controlaba
                    ese brazo plateado, 




en la pequeña tienda
                                                de su casa,
                    alimentando con hielo
                                                        los dientes de navaja. 
 En to scrape
                    escucho los raspones
de su voz aserrada
                                                    y la leña encendida debajo
                    de las ollas
                                                        Hoarse; mi nana,
su hija, dice
                    cuando la llamo




sick. Como bronco
                                                    y bronquitis y esos
                    vientos que azotan
                                                        en el mezquite;
ópera abierta,
                    estos árboles carrasposos




de asma.
                                                    Vino también la strike
                    de resoplar, exhalar
                                                        y respirar. Los fuelles
resisten, así que en el 72
                    cuando Huerta
y Chávez vinieron
                                        a Campito
                    para su ayuno 
                                        en Santa Rita Hall
ese verano,
                    en medio del monzón




cantaron, nada menos
                    que con Coretta Scott King
            y Joan Baez
                                            yes we can
al otro lado de la calle
                    de la tiendita de mi nana




y raspadas.
                                            With milk, with pineapple
                    with strawberry,
                                                    ella servía los sabores
de las botellas
                    luminosas como vitrales de iglesia.




Desde Sinaloa,
                                                        1917, ella vino pechos de paloma
                    contra sus pechos,
                                                                alas maniatadas
por el sostén,
                    cacatúas de contrabando




silenciadas
                                        en corset
                    a través de la frontera
                                                        con arrullos y semillas.
Rosario, emprendedora,
                    arrendaba techos de alquitrán
a ganaderos con dientes
                                                   de oro,
estuvo de pie junto a la lumbre
                                                        sirviendo a los agricultores
tripas y maíz pozolero,
                    y comenzó, unos





años antes,
                                                        en los vagones de lechuga
                    atiborrados, con destino
                                                                a los mercados del Este,
robando barras de hielo
                    para sus raspadas;




su rosario radiante
                                                        nuestra reliquia. La llamaban
                    Chayo para abreviar.
                                                                Las rancheras desde su radio;
la vi una vez
                    sacudirse el vestido y mudar.




RASPADAS

A keening sent

                            throughout

            Barrio Campito,

                                        Nana Chayo´s grinder

crushed block ice

            for her raspadas.


Just west

                            of stockyard

            slaughter & Union

                                        Pacific tracks, she

too conducted

            that silver arm,


in her home’s

                            small storefront,

            feeding ice

                                        to shaving teeth. 

In raspar

            hear her voice’s


saw-scratch

                            & wood fire below 

                enameled pots.

                                        Ronco—my nana,

her daughter, says 

                when I call up


enfermo. Like bronco

                            & bronchitis & those

                roping winds

                                        in mesquite—

open opera,

                these trees hoarse



with asthma.

                            Huelga came too 

                from pant, blow

                                    & breathe. Bellows

resist, so in ’72

                when Huerta



& Chávez came

                                    to Campito

                for his fast

                        at Santa Rita Hall

that summer,

                amid monsoon



no less, they chanted

                            with Coretta Scott King

                & Joan Baez
                                        sí se puede

across the street

                from my nana’s tiendita



y raspadas.

                                        Con leche, con piña

                con fresa,

                                                    she poured flavors

from bottles

                lit like church glass.



Up from Sinaloa,

                            1917, she came bird

                breasts to her

                                            breasts, bra-pinioned 

wings,

                smuggling swaddled-tight



cockatoos 

                                silenced over the

                border


                                            with coos & seed.

Rosario, entrepreneur, 

                renter of tar roofs



to gold-toothed

                                cattlemen,

                stood over pit-fire

                                            ladling to sod farmers

tripe & hominy,

                & started out, some



years prior,

                            from lettuce cars 

                packed, bound

                                            for markets east,

swiping ice cakes

                for her raspadas—



their bright rosary

                our heirloom. Went by

                Chayo for short.

                                            Rancheras from her radio—

I saw her once

                shake out her dress & molt.




 

DOBLAJE

En la película, el boxeador manco, para enseñar a sus alumnos a mantener
            el equilibrio, camina por el borde de una canasta de junco. Sus pasos


juiciosos no mueven ni tuercen la delgada


embocadura del mimbre. Los pupilos del templo expresan asombro, doblados
            al inglés, más o menos en el movimiento


de sus labios. En un recuerdo, estoy de nuevo frente
            a los posters de Bruce Lee de mi uncle y con la reverencia con que frecuentemente


tengo ante las pinturas rupestres o pergaminos antiguos. Yo era su discípulo,


aprendiendo el juego brusco que hacía de la casa: cojones, más macho, más
            galleta, mi tío se burlaba para endurecerme. Apenas furioso, pequeños puños


como limones, imitaba los golpes de los chacos en un espejo del tocador,
            donde todas las noches colgaba su cadena de oro y crucifijo;


un regalo de Primera Comunión. Escuchen. ¿Puedes oír a Uncle, un adolescente,
            rezar su Padre Nuestro antes de acostarse, mientras detrás de él


Bruce Lee, en una habitación con muchos espejos, se queda


con la boca abierta con un grito de kung fu? En la penúltima escena de la película,
            el luchador manco atrae a su némesis ciego


a un aviario, con la esperanza de utilizar los pájaros

para desorientar el agudo oído de su enemigo. Con todas las puertas de la jaula
            abiertas, el sonido es un batir de alas y arrullos

en medio de patadas y puñetazos.  




OVERDUB


In the movie, the one-armed boxer, in order to teach his students 

        balance, walks the rim of a rush basket. His judicious


steps never overturn or buckle the thin,


wicker mouth. The temple pupils express awe—overdubbed 

        with an English, less or more than

their lips’ shape. In one memory, I am again before my tío’s

        posters of Bruce Lee & with a reverence often reserved


for cave painting or ancient scrolls. I was disciple,


learning what roughhousing made of home:
cojones, más macho, more

        beans—my tío taunted to toughen me. Hardly fury, fists small


as limes, I mimed the blows by nunchucks in a dresser mirror,

        where nightly he hung his gold chain & crucifix—


a First Communion gift. Listen. Can you hear Tío, just a teen,

        say his Our Father before bed while behind him


Bruce Lee, in a many-mirrored chamber, stood


open-mouthed with kung fu cry? In the movie’s penultimate scene, 

        the one-armed fighter lures his blind nemesis


into an aviary, hoping to employ birds


to ransack his enemy’s heightened hearing. With all the cage doors 

        open, the sound is wing-flight & coo


amid their kicks & punches. 





LECTURA ATENTA

                        forest selva 林
                                    —FRANCES CHUNG



Uno para árbol, dos para bosque,
                                    Ai Gu escribió los caracteres
                        木林
                            para mí. Dehiscente y reminiscente:
¿qué madera hizo el baúl
                            de esperanzas de Ng Ng

con el que emigró;
                            cargamento desde Guangzhou
 
a Phoenix? En español, Nana me dice,
                        esperanza y espera son una sola palabra.


                                                            _____

De su puño y letra, ella guarda
                        una lista de dichos, para tus poemas, dice.

Stomach first
                family later, repite de su madre

y de la madre de su madre. Rima, dice.
                                    Dee-say, el verbo con su sonido

sosegado se parece a dice,
                            lanzar y dice: cortar. Turno tras turno,

ella revisaba el chip de los circuitos integrados
                            bajo una línea de montaje de microscopios;

las conexiones con el tiempo
                            cada vez más y más pequeñas.



                                                                _____

                                                    To enter words in order to see
                                                    —Cecilia Vicuña

En clase, aprendemos palabras yámbicas
            que brotan del pizarrón con diacríticas

sobre, en lo alto, agraviado. ¿Qué se acumula con los años

en las propias palabras? Qué inmanente
                                                brote, con qué ritmo?

Agave, una mentira en el león, la ménade enloquecida,

por Dioniso, despertó para encontrar a su propio hijo
                        muerto por su mano. La figura está manipulada

aunque anacrónica. Datos y riberas,
                                    la memoria a menudo toma formas ribereñas.

Oigo el eco agónico de La Llorona
                        en la suculenta. ¿Cuál es el circuito de close

para acortar o recablear
                        lo lejano y lo cercano, para mapear
                                                a Ng Ng y Ai Gu en el viaje compartido de Nana?




                                                                            ______

Leí que una ramita de hoja perenne es un símbolo
                                    de lo eterno, que a veces se envuelve

con el ajuar de la nueva novia. Pasaron trece años

antes de que Yeh Yeh pudiera traer
                                    a Ng Ng y Ai Gu. Evergreen

y Empire eran los nombres de las tiendas de la esquina

donde trabajaron por primera vez;
                                    tiendas de la esquina del barrio de Nana.

¡Chinito, Chinito! Toca la malaca,
                        debió haber cantado en el 49

después de escuchar la grabación
                                    de Don Tosti, una ele donde debería ir la erre

con el sonajero lleno de frijoles o semillas o
                                    como sugiere la canción

el cambio en la ranura tragamonedas de la lavadora. 




                                                                            ______

He leído que los adivinos
            utilizan tallos de milenrama para consultar
                                                el I-Ching.

¿Qué pasa con los bosques en un apellido de soltera?

Dos guiones forman una raya:
                            la señal larga en el código binario.

Antenas atentas: una monocotiledónea

semilla de hoja única, el agave se almacena por años
                            en su tallo. Mis dos abuelas:

el nombre de una guarda un pastizal,
            la otra un bosque. Si se hablaban una a la otra,

era con palabras breves y forzadas,
                                    como los primeros golpes de la sierra,

                                                                    tratando de clavar los dientes en la veta.



CLOSE READING


                forest selva 林 

                        —FRANCES CHUNG


One for tree, two for woods,

                            Ai Gu wrote the characters

                

                    out for me. Dehiscent & reminiscent: 

what wood made

                    Ng Ng’s hope chest

that she immigrated with

                            —cargo from Guangzhou

to Phoenix? In Spanish, Nana tells me,

                            hope & waiting are one word.


_____ 


In her own hand, she keeps

                            a list of dichos—for your poems, she says. 


Están más cerca los dientes

                que los parientes, she recites her mother

& mother’s mother. It rhymes, she says. 

                            Dee-say—the verb with its sound

turned down looks like dice,

                    to throw & dice, to cut. Shift after shift,


she inspected the die of integrated circuits

                    beneath an assembly line of microscopes—


the connections over time

                                getting smaller & smaller.


_____


                                To enter words in order to see

                                —Cecilia Vicuña


In the classroom, we learn iambic words

                        that leaf on the board with diacritics—


about, aloft, aggrieved. What over years accrues 


within one’s words? What immanent

                                sprung with what rhythm? 


Agave—a lie in the lion, the maenad made mad,


by Dionysus, awoke to find her son

                        dead by her hand. The figure is gaslit


even if anachronistic. Data & riverbanks— 

                        memory’s figure is often riparian.


I hear La Llorona’s agony echo

                in the succulent. What’s the circuit in cerca

to short or rewire

                the far & close—to map

                                Ng Ng & Ai Gu to Nana’s carpool?


 ______


I read a sprig of evergreen, a symbol

                        of everlasting, is sometimes packed


with a new bride’s trousseau. It was thirteen years


before Yeh Yeh could bring

                        Ng Ng & Ai Gu over. Evergreen


& Empire were names of corner stores


where they first worked—

                        stores on corners of Nana’s barrio.


Chinito, Chinito! Toca la malaca

                            she might have sung in ’49


after hearing Don Tosti’s

                        recording—an l where the r would be


in the Spanish rattle filled with beans or seed or as

                                            the song suggests


change in the laundryman’s till.


I have read diviners

                use stems of yarrow when consulting

                                                the I-Ching.


What happens to the woods in a maiden name?


Two hyphens make a dash—

                        the long signal in the binary code.


Attentive antennae: a monocot


—seed to single leaf—the agave store years

                    for the stalk. My two grandmothers:


one’s name keeps a pasture,

                the other a forest. If they spoke to one another,


it was with short, forced words

                        like first strokes when sawing—


                                                trying to set the teeth into the grain. 





INVENTARIO

El -ah era más canto
y ella cantaba más allá del nombre.
Si el nombre fuera río,
el -ah inundaba sus orillas.
Sin embargo, en su canción
el -ah marcaba el aire,
haciéndolo miserable.
El -ah enganchaba y articulaba
su intimidad. Con la boca abierta,
canturreaba su diminutivo;
cantaba sobre la clase, llenando
una cocina trasera a la hora del almuerzo
donde un wok resuena
y un cuchillo corta el cartílago.
Con ella en el almacén,
llevaba las cuentas, era un libro
de contabilidad, una idea de orden
entre las Schlitz y Old Milwaukee.
De tonos en la faringe,
de pulmones que colgaban
como dos portapapeles,
llegaba el inventario del -ah.
Ella ató el -ah a mi nombre
como ese viejo truco:
el tallo de la cereza que ata la lengua.
Quipu o rosario,
en el nudo estaba el saber.
Ella enhebró el ojo para sembrar
un canto fúnebre. Liturgia, la forma
en que cantaba la vocal
en medio del timbre
de la caja registradora;
una canción de campo la mercadería.
Un nah, un no, o uh-oh,
era abracadabra,
una nota final, un colofón
con la marca del encuadernador.
Permanecía encarnado
en el frío del pasillo
o se filtraba como un fantasma en los estantes llenos
donde me quedaba de pie junto a las latas
de Ajax y Green Giant.
La -ah era una longitud de onda,
una forma de frecuencia
como una cadena montañosa.
Era el aura del gesto,
y como un barniz
daba brillo a mi nombre
y se atenuaba como una marca
en el margen. Era la casa de los silbidos,
el espolón de una estrella y podía regañar
desde el mostrador de la carne,
donde ella ponía el precio
con un bolígrafo graso atado a la balanza.
En su largo aliento, la -ah
era dinero para quemar
incienso en una lata de Folgers.
En el oído, como en un espejo,
me encontré escuchando
y como todo el lenguaje
era un regalo de la tumba,
cantando a la separación
y rastreando algo completo.
Aunque no estaba en un mapa,
su cadencia hacía eco de las geografías
y ella lo tarareaba
simplemente sobre un caldo ralo,
hervido a fuego lento durante todo el día
y chupando una short rib.






INVENTORY


The -ah was more song

& she sang beyond the name. 

If the name were river,

the -ah flooded its banks. 

Nonetheless, in its song

the -ah signed the air,

made the air mean.

The -ah hitched & hinged

its intimacy. Jaw-dropped,

it crooned its diminutive— 

sang of class, filling

a back kitchen at lunch 

where a wok clangs

& a knife trims the gristle.

In the stockroom with her,

it kept accounts, was ledger, 

an idea of order among 

Schlitz & Old Milwaukee. 

From tones in the pharynx, 

from lungs that hung

like two clipboards,

came the -ah’s inventory.

She tied the -ah to my name 

like that old trick— 

tongue-tying cherry stem. 

Quipu or rosary,

in the knot was knowing.

She threaded the eye to sow 

a threnody. Liturgy, the way 

she sang the vowel

amid the till bell—

a field song over produce. 

A nah, a nope, or uh-oh, 

it was abracadabra,

an endnote, a colophon 

bearing the binder’s mark. 

It lingered incarnate

in the cold walk-in

or ghosted the stocked aisles 

where I stood over cans

of Ajax & Green Giant.

The -ah was wavelength,

a frequency shape

like a mountain range.

It was the gesture’s aura,

& like a varnish

it lustered my name

& diminished like a mark

in the margin. It was whistle house, 

a star’s spur, & it could scold

from the meat counter,

where she priced the chuck

with a grease pen tied to the scale. 

In her long breath, the -ah

was money to burn,

incense in a Folgers can.

In the ear, as if in a mirror, 

I found myself listening 

& like all language

it was a grave’s treats, 

singing of separateness

& tracing something complete. 

Though not on a map

its lilt echoed the geographies 

& she hummed it

simply over a thin broth, 

simmered daylong

& suckled on a short rib. 






PLANTA GEMELA

Busco en Google y encuentro gemela, pero sé que cuate proviene de coatl: el gemelo y la serpiente entrelazadas en una palabra:

                            la imagen especular de cabeza
                                        y cola, lengua bífida tejida
                            de hermano, hermana y sibilantes.

En Maquilápolis, sin las piezas de fábrica, las trabajadoras de Tijuana hacen muecas para la cámara. Podrían estar atando cometas distantes, liderando discretas sinfonías; agitando los brazos al mover las manos como nubes en tai chi, en lugar de ensamblar

                            pantallas planas para una planta industrial. 
                                                    Muevan las manos tan rápido como sus bocas,

mi nana dice que su supervisor le ordenaba en Phoenix. Ella comenzó en el 68 su trabajo de línea, que transportaba piezas libres de impuestos de fábrica a factory, al otro lado de la frontera; para ser ensambladas con mano de obra más barata. Al jubilarse en los noventa, cuando los feminicidios de las trabajadoras de la maquila estaban en aumento, mi abuela pudo haber tenido un pieza, un chip que inspeccionó; colocado dentro de un producto, por una mujer que trabajaba en Juárez.

Frente a la violencia, las palabras parecen huecas, se sienten fabricadas. Cuando intento imaginar a la mujer que sostenía el circuito que inspeccionó mi abuela, me da vergüenza y miedo. Tal vez llegó a la frontera desde Durango o Oaxaca, tal vez Sinaloa; de donde vino la mamá de mi nana, Rosario. Tal vez, como ella, era la primera vez que dejaba su casa. Imagino partes de su vida, pero no puedo conocerla por completo.

En la clase de español, aprendemos los pronombres de objeto directo e indirecto, cómo se conectan con el verbo conjugado. En inglés, yo pongo

                        el quién antes de a quién
                                    y qué al inicio de la acción.
                                Pensar en indirecto

y directo junto con mis acciones, es pensar en relación. En la sintaxis de una línea de montaje, ¿qué parte del discurso eres? ¿Qué parte está libre de impuestos?

Me gusta imaginar la charla y la réplica, la mirada de reojo de la línea de producción que de alguna manera codifica esos circuitos en Phoenix; grabados, doblados, descargados dentro

                                    de los nano-caminos fotolitográficos
                                    que mi nana Pat

y sus compañeros de trabajo revisaban. La litografía originalmente copiaba partituras. ¿Podríamos entonces escuchar un coro, un chisme de advertencia, de consuelo, de organización y resistencia, inscrito en las líneas del pentagrama del circuito?

Gossip es chisme pero también un artefacto, el chunche; del latín cimex, ese bicho

            y el software malicioso del susurro,
                        el hack del ni modo,
                        y el virus del ¿seriously?

en un circuito ni discontinuo ni discreto sino integrado con palabras y como los teléfonos, que confirmaban sus partes,

            moviéndose a la velocidad de luz; más rápido
                        de lo que sus manos jamás podrían.   




TWIN PLANT


I Google & get gemela but know cuate from coatl: the twin & serpent entwined in the word—

            

            mirror image of head
                            & tail, forked tongue knit

            of sibling & sibilance.


In Maquilapolis, without the factory parts, the women workers in Tijuana mime for the camera. They could be tethering distant kites, leading discrete symphonies, churning arms in tai chi’s cloud hands, rather than assembling


            flat screens for a factory plant.

                            Move your hands as fast as your mouths,


my nana says her supervisor ordered them in Phoenix. She started in ’68, her line work that moved duty-free parts from factory to fábrica, over the border, to be assembled with cheaper labor. Retiring in the nineties, as the murders of maquila workers were on the rise, my grandmother may have had a part, a chip she inspected, placed inside a product by a woman working in Juárez.


Faced with the violence, words seem empty, feel fabricated. When I try imagining the woman holding the circuit my grandmother inspected, I am shy & frightened. Maybe she came up to the border from Durango or Oaxaca, maybe Sinaloa, where my nana’s mom, Rosario, came up from. Maybe, like her, it was the first time leaving home. I imagine parts of a life but cannot know the whole.

In Spanish class, we learn indirect & direct object pronouns, how they connect to the conjugated verb. In English, I place


                the who before whom
                            & what in the wake of acts.

                        To think of indirect


& direct in union with my actions is to think in relation. In the syntax of an assembly line—what part of speech are you? What part is duty-free?


I like to imagine the talk & clap back, the factory line side-eye somehow encoded on those Phoenix circuits—recorded, overdubbed, downloaded within


                the photolithographic 

                        nano-paths my nana Pat


& her coworkers inspected. Lithography originally copied sheet music. Could we then hear a choir—a gossip of warning, of healing, of organizing & resistance—inscribed on the staff lines of the circuit?


Chisme is gossip but also gadget, the thingamajig, from Latin’s cimex, that bug


                & malware of whisper, 

                                hack of na-huh, 

                        & virus of ¿de veras?


on a circuitry neither discrete nor discreet but integrated with words and like the phones their parts made


                moving at light speeds faster

                                than their hands ever could. 





MERMAIDS OF THE AIR, 1958

Estoy sentado con sirenas del aire*, 
sus colas de pescado en el puesto de un comerciante, donde
fueron levantadas desde una hielera, a la tabla de madera del carnicero
y envueltas en papel periódico. Ahora teclean
sobre el carro y teclas, estas dos sirenas
y su Olivetti. Imagino a la fotógrafa
leyendo a Homero y considerando cómo
en la inspiración y tentación, encontramos
una súplica o pensando de que las sirenas,
con su conocimiento sobres las mareas y la fosforescencia
al final del verano, podrían decir algo
sobre la sorprendente belleza de lo intermedio.
Mi padre, nacido en el 51 en Phoenix, una vez encontró
conmigo, en el mantel individual del dim sum, su signo, el del conejo.
Jackrabbit, creo ahora; lo llaman así por sus
largas orejas similares a las de un burro. Animal de matorral
debajo de un nopal. Un comedor de salvia
acechado por halcones y agricultores de los campos de zacate
y algodón en las afueras de Avondale, donde mi padre
tenía su tienda. Luego llegó el char siu*,
cortado en trozos, los bordes rojos como un beso en una servilleta.
Conocía, por supuesto, La Sirena de la lotería
que Nana cantaba al tirar las barajas. Con frijoles secos
como fichas, escuchábamos al filo del ¡buenas!
Después, recogíamos cada frijol para cocinarlo
con ajo y sal, tal vez con un poco de manteca
que hervía a fuego lento; mientras dormíamos, hasta la mañana,
cuando Nana regresaba del tercer turno.
Homero nunca describe a las sirenas como sexis.
En otros momentos de la historia, son en parte pájaro
y para nada peces. Eurípides las clasifica como sirvientes
de Perséfone, cruzando entre este mundo
y el siguiente. El montaje salta con la mezcla de
perspectivas del modernismo, violencia dispersa del imperio
y la fragmentación. Alguien dice ¡buenas! y
se hace eco de una palabra cantonesa que pregunta ¿quién? Pregunta
¿qué persona? Si se googlea sirenas de aire
aparecen anuncios de sirenas antiaéreas. ¿Puedes ver
mi rosario de frijoles, su rosario de llamadas y respuestas
sobre imágenes, tan repentinas, tan brevemente; todas seguidas?

* Sirenas al aire (Circa 1958) es un fotomontaje de Lola Álvarez Bravo donde combina la perspectiva del mundo moderno y clásico; usando un enfoque surrealista al yuxtaponer objetos improbables. Dos sirenas flotan en un plano pictórico vacío. Estas sirenas ya no desempeñan como en la Odisea de Homero, su papel tradicional de cantar para los marineros desprevenidos. Más bien, tienen un vehículo más moderno para enviar sus mensajes, una máquina de escribir.
* Cerdo asado al estilo cantonés.




SIRENAS DEL AIRE, 1958


I am sitting with mermaids of the air—

their fishtails from a monger’s stall, where they 

were lifted from ice bed to butcher’s block

& wrapped in newsprint. Now they type

over carriage & keys, these two sirens

& their Olivetti. I imagine the photographer 

reading Homer & considering how in both 

inspiration & temptation we encounter

a beseeching or thinking that the mermaids,

with their knowledge of tides & the late

summer’s phosphorescence, might say something 

about the startling beauty of betweenness.

My father, born in ’51 in Phoenix, once found 

with me on the dim sum’s placemat his rabbit sign. 

Jackrabbit, I think now—so called for its

long ears similar to a pack donkey. Scrubland

critter beneath prickly pear. A sage eater

preyed upon by hawk & harvester in the sod

& cotton fields outside Avondale, where my father 

kept his shop. Then the char siu came, sliced

with its red edges like a kiss on a napkin.

I knew, of course, La Sirena on the lotería

that Nana called from the deck. With dried beans 

for markers, we listened on the edge of bingo. 

Afterward, wegathered each bean to cook

with garlic & salt, maybe a piece of saved fat

that simmered, as we slept, until morning,

when Nana would be returning from third shift. 

Homer never describes the Sirens as sexy. 

At other times in history, they are part bird

& not fish at all. Euripides lists them as servants

of Persephone, crossing between this world

& the next. The montage leaps with modernism’s 

mixing of perspectives, empire’s far-flung

violence & fragmentation. Some say bingo

echoes a Cantonese word that asks who? Asks 

which person? If Googled, sirenas de aire

shows us ads for air raid sirens. Can you see

my string of beans, its rosary of call & response 

over images—so suddenly, so briefly—all in a row? 






FUCHI

Fuchi cuando pasamos el corral
o el incinerador de la ciudad. ¿Quién se tiró un pedo?
preguntaba Nana, como si la ofensa
fuera una granada o una pelota de fútbol. No sabía
el origen de su frase, su legado,
hasta que aprendí el verbo tirar en clase de español.
He leído sobre toxinas en las plantas de electrónicos:
químicos que envenenan, producen cáncer,
adormecen el sentido del olfato y gusto
con olores, en los llamados cuartos estériles.
¿Acaso esos olores provocaron un fuchi? Wey por favor,
escucho la palabra. También escucho chino.
Piensa en esos movimientos del Chi Kung:
acariciar la melena del caballo, tocar el laúd,
agarrar la cola del gorrión. ¿Podrían protegernos
del cáncer? ¿Liberar toxinas? ¿Reparar
el chi al terminar la jornada? Recuerdo
haber visto a Chi Chi Rodríguez blandiendo
su palo de golf con gesto triunfal después de embocar
un putt, luego enfunda el palo en su cintura
en un tahalí imaginario. En el doctorado,
aprendí sobre lo abyecto de Kristeva, esos
espacios liminales entre aquello que rechazamos
y eso que nos obsesiona. Al crecer como chino,
la pregunta que más seguido me hacían,
además de qué eres, era sabes
kung fu. Kung, lo busqué, significa
trabajo hábil, entrenamiento intenso o esfuerzo.
Fu significa tiempo invertido. Le pregunto a mi nana
sobre su época en la fábrica. Trabajaba
con microscopios, me dice, buscando marcas.
Si la placa estaba rayada, la tiraba.
¿Qué es lo que conservamos? ¿Qué es lo obsoleto?
Creo fue entonces cuando mi vista empezó
a fallar. ¿Qué tipo de visión está cableada
en nuestros circuitos? Eran como
pequeños mapas, me dice, de la ciudad.




FUCHI

Fuchi when we passed the stockyard

or city incinerator.

Who threw a fart,

Nana would ask, as if the offense

were a grenade or football. I didn’t know

the origins of her phrase, its handoff,

until I learned tirar in Spanish class.

I’ve read of toxins in electronics plants— 

chemicals that poison, cause cancers,

numb the senses of smell & taste

with odors in so-called clean rooms.

Did the smells elicit a fuchi? Fool please, 

I hear in the word. I hear Chinese too. 

Think of those moves in QiGong— 

part the horse’s mane, strum the lute, 

grasp the sparrow’s tail. Could they ward 

off cancers? Release toxins? Repair

one’s chi after one’s shift? I remember 

watching Chi Chi Rodríguez parry

his putter with a flourish after sinking

a put, then sheath the club at his waist

in a make-believe scabbard. In grad school, 

I learned of Kristeva’s abject, those

liminal spaces between what we reject

& what we obsess. Growing up Chino,

the question I was most often asked,

besides what are you, was do you know

kung fu. Kung, I looked up, means 

skillful work, hard training, or endeavor.

Fu means time spent. I ask my nana 

about her time in the factory. I worked 

the scopes, she says, looking for marks.

If the wafer was scratched, I threw it out. 

What is it we keep? What is obsolete? 

That’s when I think my eyes started

to go bad. What kind of seeing is hard- 

wired in our circuitry? They were

like tiny little maps, she tells me, of the city. 



MITAD

            Comienza a contarme sobre un padre que ella nunca conoció,
pero que el barrio sí y la llamaban Nehi,
                        por el camión (su cargamento, un vitral
            de refrescos), estacionado aquellas tardes enfrente

            de la tienda de su madre. Ella dice su nombre, que era Filipino,
antes de agregar: Soy mitad como tú, mijo. En los poemas, aprendemos
                        a llamar una rima imprecisa, a medias o asonante. Jaladito,
            un insulto racial, ¿qué medias rimas hacemos ella y yo?

                        Dos hace un cinco y cinco hacen diez. Con sus manos extendidas
y el pulgar mojado, mi padre ponía los billetes frente a mí para enseñarme
                        a contar el cambio. Por encima de él, en el calor de Phoenix,
            caía una ligera nieve sobre los caballos Clydesdales

            en el póster de la Bud. De las canciones de los ambulantes y las consignas de los comerciantes,
pudiéramos imaginar aquellos en puestos de limpiabotas,
                        pulque de barril y rollos de tela; ante el tejedor
            de la rueca de hilar o los frascos de mermelada en una ice cream shop;

            en las pinturas de castas del siglo XVIII, que inscriben la mezcla racial
en el imaginario de la Ilustración: su genocidio y esclavitud como propiedad,
                        su matemática de sangre y bienes de mercado. ¿En cuál de esos registros
            figura nuestra mitad, dentro de su cocina, en Phoenix?

            A la luz del refrigerador o agachados para soplar al piloto de gas
de la estufa, con las manos resbaladizas por la manteca de cerdo Morrell,
                    engrasando el reluciente Pyrex, ¿estamos todavía a medias o completos
            en esos lienzos? Y mi padre en su caja registradora
            murmurando sus matemáticas, tarareando divisiones infinitas. I don´t
understand you, dice la inscripción con una combinación demasiado difícil
                    de identificar. El juego de palabras entre mitad y tener hiende el dolor
            del nunca es suficiente. ¿Saber dónde comienza la mitad

            nos hace sentir más completos? Aún veo a mi padre tambalearse un paso
o dos sobre la máquina rebanadora, su mano derecha debajo,
                        el papel de carnicero sostiene casi con cariño, como si estuviese
            acunando la cabeza de alguien y no solo atrapando finas rebanadas de jamón.





MITAD


        She starts to tell me about a father she didn’t know, 

how the barrio did though & called her Nehi

                on account of his truck—its stained-glass payload 

        of soda pop—parked those afternoons out front of


        her mother’s tienda. She says his name, that he was Filipino, 

before adding, I’m half like you, mijo. In poems, we learn

                to call a rhyme that isn’t true, half or slant. Slant-eyed, 

        a slur, what half-rhymes do she & I make?


        Two makes your five & five makes your ten. His hands out 

& thumb wet, my father laid the bills down to teach me    

                to count change back. Above him, in Phoenix heat, 

        a light snow fell on the harnessed Clydesdales


        inside a Bud sign. Of hawkers’ songs & storekeepers’ chants, 

we might imagine those in the stalls of cobbled shoes,

                barreled pulque & bolts of cloth; before the weaver’s 

        spinning wheel or a nevería’s flasks of sweetened syrup—


        in the 18th century’s casta paintings inscribing mixed races 

within Enlightenment thinking: its genocide & chattel slavery,

                its blood math & market goods. What of those ledgers 

        figures our halfness inside her Phoenix kitchen?


        In fridge light or bent down to blow range gas back

 to the pilot, hands slick with the Morrell Snow Cap

                greasing the lucent Pyrex, how are we half or wholly 

        in those canvases still? Or my father at his register 


        crooning his math, singing the infinite divisions. No Te 

Entiendo, reads the inscription for a mixing too difficult

                to determine. The pun of half & have cuts with the ache 

        of never enough. Does knowing where the halfing starts


        bring us closer to whole? I see my father still in a swaying 

two-step over the meat slicer, his right hand beneath

                butcher paper held out almost lovingly, as if cradling 

        someone’s head & not just catching thin slices of ham. 





RESISTORES

                        I just felt like he was fighting us with his machine.
                                    —NELLIE JO DAVID


Estoy en Guadalajara para ver dónde Motorola puso la línea de producción
            en la que trabajaba mi abuela; no puedo encontrar el sitio
pero me paso los días en las naves de lo que antes era una iglesia;

mirando los frescos de Orozco. Aquí hay un caballo:
            una cadena de tracción por cola, un pistón de locomotora para el corvejón y pezuña.
Sobre los mexicas asesinados, Cortez se yergue: tuercas en las caderas

y rodillas, mano enguantada en la empuñadura de la espada color plata,
            como un punto de soldadura. Frente a él: el franciscano
y su cruz latina: ángulos de sierra ingletadora cortada

a punta de daga, y un ángel con armadura en línea de montaje
            alzando una pancarta ensangrentada con las letras impresas
de un alfabeto; uno que debo haber empezado a aprender,

en el tono y timbre melodioso de los dientes de leche, en la 48th
            y Willetta, un dúplex de un dormitorio al Oeste de las gobernadoras, en el paisaje
            desértico de los Pápagos*; y una cuadra más abajo

de la planta de Motorola donde mi abuela perforaba
            por las noches, para cuidar la cinta transportadora de semiconductores,
esos antiguos nacientes rotativos que colgaban a la luz de las estrellas

y el imperio (distorsionando, como esa pintura de Gast* sobre el Progreso
            y la Blancura envuelta en hilos de telégrafo, ágil y ondulante
como el listón de una caja de pastelería). No hay muro en la tierra O’odham,

escucho a la mujer hoy protestar desde el cucharón
            de un cargador frontal, un Caterpillar, por su presencia;
parado sobre unas ruedas tan altas como las puertas de una caja fuerte, sus huecas

fauces de metal, un confesionario o una vieja cabina telefónica
            del Mountain Bell en la que ella entró, en medio del saguaro derribado
y las costillas de un órgano. Su cuerpo donde va la tierra dice,

que su cuerpo es la tierra que el muro quiere corroer. Comparto esto,
            usando mi plan de datos por el ancho de banda, desde los servidores
de la nube, en lo profundo de sus cristalinas redes desérticas
y minerales de tierras raras haciendo de mi celular
            un teatro de caja negra, haciéndola a ella código, haciéndola
algoritmo (tanto soprano y como Mario Savio), la soldadura

aparentemente un salto cuántico de soldada y solidaridad.
            Aún así, recuerdo el shofar en la versión de
King James de mi abuela, la imagino cabalgando esos años con jinetes,

pastoreando el sonido a través de lo sólido y conozco
            la dura realidad: el micrófono desafiante que hace esta mujer
sostiene, resuena con todo su cuerpo bajo los dientes de la excavadora.

* Se refiere al grupo originario de los pápagos o tohono o´dham, cuyo territorio se encuentra en la línea fronteriza México-Estados Unidos; entre la parte oeste de los estados de Sonora y Arizona.
https://en.wikipedia.org/wiki/American_Progress






EL PERMANENTE DE MI PADRE

Le pidió a su hermano menor,
                                    que había vuelto de L.A.
y recién salido del clóset,
                                                que se la hiciera.


Tomaron una silla
                                    del comedor,
                        con el vinilo agrietado, patas cromadas,
                                                            a la cocina de Ng Ng


al lado del fregadero
                                donde ella lavaba el arroz,        
                        apretando las manos
                                como si fuera a rezar,


pero con granos
                                susurrando
                        entre ellas. Fui educado
                                                con dos nombres blancos:


uno gringo y otro extranjero*,
                                                            arroz blanco para la cena
                                o congee* en la mañana,
caldoso con salchicha.


En esta foto,
                        debo tener tres,
            tal vez cuatro. Para ese entonces mis papás
                                                acababan de separarse.

Nos inclinamos el uno hacia el otro;
                                                mi pelo de cazuela,
                        sus finos rizos
                                                                        casi dibujados a lápiz. 

Curly en inglés
                                                también significa chino.
                        ¿Qué representaban los chinos
                                                                        después de su divorcio?

Como su matrimonio fallido,
                                ¿qué líneas raciales
                estaban atravesando su nuevo peinado?
                                                ¿Estaba viendo


a las Panteras Negras marchando
                                en Oakland?
                        ¿Estaba pensando
                                en los hermanos de mamá,

mis tíos, una década
                                después del alisado antifrizz,
                secado con pistola
                                        y copete rockabilly


¿Qué podría haberle significado
                                un permanente, a él,
                        hijo de un hijo con papeles
                                                            y comerciante?


¿Qué constante
                        esperaba
                más que el juego de Quick-Stop*
                                                            cuando escuchaba por las noches


“Always & Forever”*?
                                    ¿Está mal escuchar
                        “Let’s Stay Together”*
                                                con ese tratamiento para rizos


enjuagado en un fregadero,
                                                con frecuencia relleno de gai choy*
                        y pedazos de cebolla
                                                            del huerto de Ng Ng?


Ella dijo que no iría
                                    a la boda, dice mamá
                        cuando le pregunto sobre
                                                            aquellos días. Ella era muy


tradicional.
Yo no encajaba. Tal vez vi

        sus costumbres en las hendiduras
                                            que trabajaba, un espantapájaros
con rastrillo de jardinería
                                            y sacudiendo la manguera.
                        Sembrando aquí
                                            lo que sabía de allá,


con una bolsa de yute
                                    para el repollo y raíz de loto,
                        ella cosechó contra
                                                            la pérdida. ¿Qué habrá pensado


del permanente que se hacía el tío
                                                al lado de su tabla de cortar?
                                    Recuerdo cómo, el tío mensajea,
                                                le secaba las gotas de solución que caían 


quemándole la nuca
                                                Solución sugiere
                                    un problema resuelto. De pie junto a él,
                                                                                    el trapo de cocina de Ng Ng


cubría a su hermano;
                        el pelo mojado de mi padre
            entre sus dedos,
                                    mientras el tío enrollaba los chinos


dándole a mi padre,
                                    como decimos, cuerpo. En ese momento,
            dos cuerpos, dos hermanos;
                                            el estilista de un hermano,


el guardián de un hermano,
                                    resolviendo las variables
                    del deseo y la diferencia.
                                                        El cruce de ella irreductible


en la ecuación,
                    Ng Ng barría el piso,
            me imagino, si acaso se cortaba
                                algún cabello: mala suerte,


diría ella,
                                especialmente en Año Nuevo,
            cuando cortarse el pelo
                                                es ahuyentar la buena suerte.


* En cantonés la expresión idiomática "fan qwei lo" se da a los blancos de Estados Unidos y Canadá. El termino se usa de forma peyorativa. Como por ejemplo, en México se les dice gringos, yanquis, weros o gabachos. 
* Sopa de arroz aguado con pollo.
* Quickstop es un juego de cartas dinámico.
* Always and forever es una canción de R&B, compuesta por Rod Temperton; lanzada en 1977.
* Let´s Stay Together es una canción de Al Green, lanzada en 1971.
* Mostaza china verde.




MY FATHER´S PERM


He asked his younger brother 

                            —back from L.A.

            & recently out—
                                        to give it to him.


They took a dining
                            room chair—

            cracked vinyl, chrome legs
                                        —into Ng Ng’s kitchen


beside the sink

                                        where she washed her rice, 

            hands pressed

                            as if to pray


but with grains
                            whispering instead

            between them. I was raised
                                        with two names for whiteness:


gringo & lo fan,

                            white rice with dinner

                or morning jōk, 

                                        runny with sausage.

 

In this picture,

                            I must be three,

                maybe four. My folks then
                                        have just split up.


We lean into one another
                            —my bowl cut,

                his thin curls

                                            almost pencil-drawn.


Chino in Spanish
                            also means curly.

                What did curls mean

                                            after their divorce?


Like their failed marriage,

                            what racial lines

                was his new do crossing?

                                            Was he watching


Black Panthers marching

                            in Oakland?

                Was he thinking about

                                            Mom’s brothers,


my tíos, a decade

                            after blowouts,

                blow-drying back 

                                            pompadours?


What might a permanent

                            have meant to him,

            son of a paper son

                                            & shopkeeper? 


What steadiness

                            did he hope for

            more than a Quick-Stop

                                        when listening nights


to “Always & Forever”?

                            Is it wrong to hear

            “Let’s Stay Together”

                                        in that hot curl treatment


rinsed at a sink

                            often filled with gai choy

                & cut onion

                                        from Ng Ng’s garden?


She said she wouldn’t go

                            to the wedding, Mom says

                when I ask about

                                        those days. She had old,


traditional ways.

                            I didn’t fit. Maybe I saw

                her ways in furrows

                                        she labored—scarecrowed


with bow rake

                            & whipping the hose free. 

                Sowing here what

                                        she knew over there, 


with jute bag

                            of cabbage & lotus root, 

            she reaped against

                                        the loss. What did she think


of Uncle’s perm rods

                            beside her chopping block?

            I remember, Uncle texts,

                                        dabbing where solution dripped


& burned down his neck.

                            Solution suggests

            a problem’s fixed. Standing over him—

                                        Ng Ng’s dishcloth


caped about his brother

                            —my father’s wet hair

            between his fingers,

                                        Uncle rolled the curlers


giving my dad,

                            we say body. In that moment, 

            two bodies, two brothers—

                                        a brother’s hairdresser,


a brother’s keeper—

                            solve for the variables

            of desire & difference.

                                        Her crossing irreducible 


in the equation,

                            Ng Ng swept up,

            I imagine, if any hair

                                        was cut—bad luck


she would say,

                            especially on New Year’s, 

            when cutting hair

                                        is cutting one’s fortune. 





NOVENA

*

Como en los viejos teléfonos de disco, pensé: cada cuenta
                        redonda y divina con números, es una línea directa
            al cielo. Oy oye Oy sí Oy ya, un caldo cayó
la primera vez que sostuve la cuerda con mi nana
                        para jalar la oración como si estuviera pescando. Sin bote, ni borda,
            solo platos con huevos estrellados, un sartén
torcido donde la sobras de grasa se hacían gelatina. La misma
            grasa amarilla en los dedos que embadurnaba mi Ave María.
            Aún así, el ritmo de la plegaria se interrumpía y desacompasaba en una letanía:
al ignorar las palabras, me retrasaba para hacer eco de las suyas.





Like old rotary phones, I thought: each bead

                round & numinous with number—a direct line

        to heaven. Oy ear Oy yes Oy ya—a caldo knocked 

the first time I held the string with my nana

            to pull prayer as if trawling. No boat, no gunwale— 

        only morning dishes yolk-streaked, a skillet

cockeyed where drained fat jellied. Same grease 

            yellowed my fingers greasing my Hail Mary.

        Still, prayer’s pace stalled & staggered in litany— 

not knowing the words, I hung back to echo hers. 



*

Cuando Ng Ng murió, el día del funeral,
                        un primo se quedó para deshacer las camas,
            sentarse en la puerta y mantener el porche limpio.
Para que los muertos no vuelvan a casa por accidente,
                        dijo mi padre. Entonces, luego cuando él falleció,
            comimos nuestro Werther’s y nos guardamos las monedas,
el cambio dulce de algo amargo
                        que me hizo pensar en las brillantes y escalonadas hileras
            bajo su caja registradora: jawbreakers, sugus,
chocolates de peanut butter y paletas como zafiros.




When Ng Ng died, the day of the funeral,

                a cousin stayed behind to unmake the beds,

        to sit at the door & keep the threshold swept. 

So the dead don’t come home by accident,

                my father said. Then, as later when he passed, 

        we ate our Werther’s & pocketed the quarter,

the exchange rate of sweet for the bitter

                that had me thinking of the bright, tiered rows

        beneath his register—Jawbreakers, Now 

& Laters, Paydays & suckers like sapphires. 




*

Una vez le llamé por teléfono a mi papá por la lengua de vaca
                        que despedazaba y vendía en la tienda familiar,
            escribía con un sharpie LENGUA Y TONGUE con el precio
por libra, luego le ponía el código
                        sobre la carne fulgurante. Un chico “de aquí”, no leería
            ni escribiría los trazos, pero él sabía español
y toisanés, mientras yo sabía que mi tata
                        prefería esa lengua sobre cualquier filete mignon;
            como también la palabra se asienta dentro de lo que permanece, brillante
y latina, en el cristal carnicero del verbo.




I once called my dad about the beef tongue

                he butchered & sold for the family shop—

        he’d Sharpie tongue & lengua with the price 

per pound, then stake the nameplate’s pin

                in the bright meat. A “born-here” boy, he didn’t read 

        or write the strokes, but he knew the Spanish

& Toisanese, while I know how my tata

                preferred it with pride over any filet mignon;

        how too the word sits inside belong—bright 

& Latinate in the butcher glass of the verb. 





*

Me pregunté por el orden de los trazos en lengua,
                        qué marca se hace primero. En línea, vi cómo la tinta
            llenaba la palabra ahuecada y luego le di play
para escucharla en voz alta. Los sonidos del toisanés
                        como lee o leave. Recuerdo la bola de carne
            a la luz del foco de nuestro refrigerador, el delgado
rompevientos que mi padre vestía arriba de su delantal
                        y el agudo chillido mientras afilaba sus cuchillos.
            Los cortes de mi padre eran también caligrafía.
¿Qué impresión de tinta haría en sus cortes de carnicero?




I wondered at the stroke order of tongue,

                what mark is made first. Online, I watched ink

        fill the hollowed-out word & then pushed play 

to hear it said aloud. The Toisanese sounds

                like lee or leave. I remember the beef round 

        in the one-bulb light of our walk-in, the thin

windbreaker my father wore over his apron

                & the shrill sound as he sharpened his knives.

        My father’s cuts were calligraphy too. 

What ink print would his butcher block make? 




*

Mi abuela está en duelo es la expresión en español para luto.
                        Oigo a Orfeo con su instrumento de cuerdas,
            pulsadas por su cuerpo hueco
afinado en proporciones equivalentes a las vastas y cartografiadas distancias
                        entre los planetas. ¿Qué pasaría si trajera hilo de carnicero
            a mis muertos para atar y afinar las lenguas?
—Deus—Deos—Dejos—Dios—Joss—
                        ¿Qué enseñanza tendría? ¿Qué rosario
            en una oración pidgin*  compuesta por el llamado del pregonero
que regatea el eco forzado de la etimología?


* Pidgin hace referencia a una lengua que se produce entre dos o más grupos con lenguas diferentes.




My nana mourns in the Spanish word luto.

                I hear Orpheus with his hollow-bodied,

        plucked-string instrument tuned at ratios 

equivalent to the vast & charted distances

                between planets. What if I brought butcher’s 

        twine to my dead to truss & tune to tongues?

—Deus—Deos—Dejos—Dios—Joss —

                What novitiate would I make? What rosary

        in pidgin prayer composed of barker’s call 

that haggles the strained echo of etymology?




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