Tripas
(selección)
Traducción al español por Minerva Reynosa y Emilio Jurado Naón.
CHINESE WHISPERS
Dicen que su llanto se escucha cerca del agua. Mi abuela dice que oyó primero la historia cuando era niña y luego, años más tarde, en la línea de producción en Motorola; de boca de una mujer criada cerca de Bisbee. Chismes y dichos: habladurías mientras revisaban los interminables circuitos a través del microscopio. Órdenes fordistas, supervisores y capataces, le dijeron que fabricarían teléfonos que cabrían en la bolsa.
I couldn't believe it! Si les quitamos la carcasa, los verbos creer y to create comparten un cableado similar. Algunos de esos componentes fueron lavados, desengrasados, con solventes tóxicos (tricloroetileno) que Motorola derramó por años y desechó sin cuidado. Un manto acuífero envenenado se extiende debajo de Phoenix desde el East Valley hacia el West, pasando por el Downtown donde mi padre tenía su negocio, una tiendita llamada Fay's; pero que muchos conocían como los chinos. Después de nueve años de lucha contra el cáncer, mi padre falleció en 2018.
En 1989, Motorola trasladó la línea de producción en la que trabajaba mi nana a México; después que la empresa recibiera multas en lo que ahora es un Superfund . Podríamos rastrear esta línea de producción desde Phoenix hasta Guadalajara y sus filiales en Guangzhou, de donde la familia de mi padre emigró; primero mi Yeh Yeh en los años veinte y luego mi Ng Ng y Ai Gu en 1948, el año en que se inventó el primer transistor. Podría escuchar en esa tecnología el himno familiar, hecho migajas, pedacitos de chismes como el juego del teléfono descompuesto o susurros chinos: your own ah, your own ah, dice la Llorona desde esos telefonitos que llevamos en la bolsa.
* El programa Superfound de la Agencia de Protección Medioambiental de Estados Unidos es responsable de sanear los territorios más contaminados del país y responder a emergencias ambientales, derrames de petróleo y desastres naturales; para proteger la salud pública y el medio ambiente.
They say her cry is heard near water. My nana says she heard the story first as
a child & then years later, on the line at Motorola, from a woman raised near
Bisbee. Chismes y dichos—hearsay, as they inspected the endless circuitry
through microscopes. Fordism’s orders, overseers & foremen told her they
would make phones that fit inside a pocket.
¡Yo no lo creía! If we remove their cases, the verbs creer & to create share
similar wiring. Some of those components were washed, degreased, with
toxic solvents—trichloroethylene—that Motorola for years spilled &
flushed carelessly. A plume of poisoned groundwater stretches beneath
Phoenix from the east valley to the west, past downtown where my father
ran his store, a tiendita called Fay’s, but that many knew as los chinos. After
a nine-year fight with cancer, my father passed away in 2018.
In 1989, Motorola moved the production line my nana worked on to
Mexico, once the company was served with fines for what’s now a Superfund
site. We might trace this production line from Phoenix, to Guadalajara, to
subsidiaries in Guangzhou, where my father’s family emigrated from—first
my Yeh Yeh in the twenties & later my Ng Ng & Ai Gu in 1948, the year
the first transistor was invented. I might hear in that technology my family’s
song, in broken pieces, bits of gossip like a game of telephone or Chinese
whispers—your own, your own, cries Llorona from those little phones inside
our pockets.
CIRCUITOS ELECTRÓNICOS
How do you say, mis circuitos, me cosen, sews me
palabra por palabra y dictan, ¿cómo se dice?
Ella traduce, me conecta, encuerda el rosario: Rosario
era el nombre de mi madre, me dice. Por décadas me reza
un aria with strings, like Ariadna. Mis dark moles,
dice, son lunares. Pienso en un astronauta, una luna de mayo
en perigeo. Hay un relámpago en el chino 電 (Diàn)*,
pero veo lazos y cadenas de eslabones en los componentes,
un analema* que rastrea dagongmeis* y ensambladoras
de zonas rurales a las fábricas urbanas. Ahora en mi navegador,
las feministas de China eluden a los supervisores con emojis
de arroz y conejos para la resistencia ‘mi’ ‘tu’* . Oigo la motocicleta
acelerando con el ándale de mi Nana, pero necesito pronunciar
jíjole en mi Anzaldúa para que el sonido
y la memoria se encuentren.
everyone
take gold
a mountain
look ship
Decía la postal de Ng Ng cuando llegó con Ai Gu
en 1948. Una montaña dentro nuestro apellido comprado,
hay oro en el juego de palabras. El bisabuelo, al enterarse
que mi abuelo usaba papeles comprados para su hija,
reprochaba: “¡Más dinero en los hijos!”. Nana, para mi poema,
me dio sus pinzas, mango verde, punta delgada,
un par de dedos más finos para pelar semiconductores;
lámina tras lámina. Sus kids, años después, mis aunts y uncles
en casa, después de la escuela; le ayudaban a enderezar los cables,
jalándole el rabillo a los transistores, cambiando los circuitos electrónicos
y calentando tortillas. To hear orígenes: un eco en el hecho.
Xicana Cherríe Moraga escribe sobre el “trabajo a destajo”
de su madre, cómo se sentaba todas las noches frente a la TV,
“enrollando cables de cobre en el dorso de placas de circuitos”.
Trenzando, yo creo, para analizar y urdir los cables que encendían
las imágenes que miraba. Busqué en la Cosmopolitan
ese tipo de lazos: francés, holandés, cola de pescado, trenza en moño,
lechera y aureola; esos chongos que hacía Nana,
el tirón y el nudo, el trabajo de estilista a través
del cabello negro de las hijas, que a menudo relampagueaba.
* Carácter en chino que significa electricidad, descarga eléctrica, telegrama.
* El analema es una curva que muestra la posición del sol en el cielo a lo largo del año. Se observa desde un mismo lugar y a la misma hora del día.
* Dagongmei en chino 打工妹 significa hermanitas trabajadoras. Eran trabajadoras migrantes chinas que se trasladaban de zonas rurales a las ciudades. Este término surgió durante el período de reformas post-Mao, desde 1978; y sigue siendo un término vigente en la actualidad.
* En chino mandarín, arroz se pronuncia “Mǐ” (米) y conejo “Tù” (兔); que juntos suenan parecidos a “me too”, el nombre del movimiento global contra la violencia machista.
Cómo se dice, my circuitry, sews me—me cose—
word by word & dictates—how do you say?
She translates, wires me, rewires rosary—Rosario
was my mom’s name, she tells me. Decades pray me
an aria con cuerdas—como Ariadne. My dark moles,
she says, are lunares. I think astronaut, a May moon
at perigee. There’s lightning in the Chinese電,
but I see lasso & chain link in the componentry,
an analemma tracing dagongmei & ensambladoras
from rural town to city factory. In my browser today,
feminists in China elude censors with rice
& bunny emoji for ‘mi’ ‘tu’ resistance. I hear the motorcycle
revving within Nana’s ándale but need to sound
out jíjole in my Anzaldúa so sound
meets memory.
everyone
take gold
a mountain
look ship
Ng Ng’s postcard read when she came with Ai Gu
in 1948. A mountain inside our paper-name,
there’s gold in the pun. Great-grandfather—learning
my grandfather used papers for his daughter—
scolded, “More money in sons!” Nana, for my poem,
gave me her pliers—green handle, needle nose—
a finer pair of fingers to tweeze semiconductors—
wafer after wafer. Her niños—years later, my tías & tíos—
home from elementary, helped straighten the leads—
pulling pigtails of transistors, leaping code switches
& warming tortillas. Oír origins—an echo in the hecho.
Xicana Cherríe Moraga writes about her mother’s
“piecework”—how she sat nightly before the tv,
“wrapping copper wires into the backs of circuit boards.”
Braiding, I think, to parse & plait the wires that lit
the images she watched. I looked up in Cosmo
that knot work—French, Dutch, Fishtail, Braid-to-Bun,
Milkmaid & Halo—those chongos Nana made—
the yank & tugged-tie, the brushwork through
the dark hair of daughters that often sparked.
CHINO
La olla zumbaba por el vapor. La masa se cocinaba.
Ella dijo que sus ojos son chinos. La vocal se prendió
con un aura, un brillo que ilumina el umbral.
La vocal era un hechizo: un yo que podría ser nosotros,
un yo que hace eco en cómo nos ven y nos vemos.
Identidad. My God, exclamó,
rodeada de fotos, children y grandkids
donde soy el único chinese. ¿Cómo podría ver yo
a través de los ojos de mi familia, ojos de búho
en la palabra ojos y uno en su párpado girado de lado目 (Mú).
Me quedé pensando con ella en la mesa donde
pusimos una aceituna, black eye, en cada hoja,
ese folio gastado con notas de campo para campos de maíz
¿Qué ve ese ojo negro en la cáscara de la mazorca?
* En la versión original del inglés dice Eyedentity, donde juega con el sonido fonético (ai) de la "I" inicial y la palabra "eye" (ojo) en inglés.
* Significa ojo pero en un sentido más amplio, como mirada.
CHINO
The olla knocked with steam. The masa cooked.
She said her eyes are china. The vowel switched
on an aura, a shine that sheens the threshold.
The vowel was spell: an i that might we,
an i that echoes how we’re seen & see.
Eyedentity. Ay Dios, she exclaimed,
surrounded by photos—niños & nietos—
where I’m the only chino. How might I
see through my family’s eyes—an owl’s eyes
in ojos & one in its lid turned sideways目—
I wondered with her at the table where we
placed one olive—ojo negro—in each hoja,
that worn folio for field corn’s field notes.
What does that dark eye in the ear’s husk see?
RASPADAS
Un lamento expulsado
por todo
el Barrio Campito,
la máquina de Nana Chayo
que trituraba barras de hielo
para sus raspadas.
Justo al Oeste
del rastro
y de las vías del tren
del Union Pacific, ella
también controlaba
ese brazo plateado,
en la pequeña tienda
de su casa,
alimentando con hielo
los dientes de navaja.
En to scrape
escucho los raspones
de su voz aserrada
y la leña encendida debajo
de las ollas
Hoarse; mi nana,
su hija, dice
cuando la llamo
sick. Como bronco
y bronquitis y esos
vientos que azotan
en el mezquite;
ópera abierta,
estos árboles carrasposos
de asma.
Vino también la strike
de resoplar, exhalar
y respirar. Los fuelles
resisten, así que en el 72
cuando Huerta
y Chávez vinieron
a Campito
para su ayuno
en Santa Rita Hall
ese verano,
en medio del monzón
cantaron, nada menos
que con Coretta Scott King
y Joan Baez
yes we can
al otro lado de la calle
de la tiendita de mi nana
y raspadas.
With milk, with pineapple
with strawberry,
ella servía los sabores
de las botellas
luminosas como vitrales de iglesia.
Desde Sinaloa,
1917, ella vino pechos de paloma
contra sus pechos,
alas maniatadas
por el sostén,
cacatúas de contrabando
silenciadas
en corset
a través de la frontera
con arrullos y semillas.
Rosario, emprendedora,
arrendaba techos de alquitrán
a ganaderos con dientes
de oro,
estuvo de pie junto a la lumbre
sirviendo a los agricultores
tripas y maíz pozolero,
y comenzó, unos
años antes,
en los vagones de lechuga
atiborrados, con destino
a los mercados del Este,
robando barras de hielo
para sus raspadas;
su rosario radiante
nuestra reliquia. La llamaban
Chayo para abreviar.
Las rancheras desde su radio;
la vi una vez
sacudirse el vestido y mudar.
RASPADAS
A keening sent
throughout
Barrio Campito,
Nana Chayo´s grinder
crushed block ice
for her raspadas.
slaughter & Union
Pacific tracks, she
too conducted
that silver arm,
in her home’s
small storefront,
feeding ice
to shaving teeth.
In raspar
hear her voice’s
saw-scratch
& wood fire below
enameled pots.
Ronco—my nana,
her daughter, says
when I call up
enfermo. Like bronco
& bronchitis & those
roping winds
in mesquite—
open opera,
these trees hoarse
with asthma.
Huelga came too
from pant, blow
& breathe. Bellows
resist, so in ’72
when Huerta
& Chávez came
to Campito
for his fast
at Santa Rita Hall
that summer,
amid monsoon
no less, they chanted
with Coretta Scott King
& Joan Baez
sí se puede
across the street
from my nana’s tiendita
y raspadas.
Con leche, con piña
con fresa,
she poured flavors
from bottles
lit like church glass.
Up from Sinaloa,
1917, she came bird
breasts to her
breasts, bra-pinioned
wings,
smuggling swaddled-tight
cockatoos
silenced over the
border
Rosario, entrepreneur,
renter of tar roofs
to gold-toothed
cattlemen,
stood over pit-fire
ladling to sod farmers
tripe & hominy,
& started out, some
years prior,
from lettuce cars
packed, bound
for markets east,
swiping ice cakes
for her raspadas—
their bright rosary
our heirloom. Went by
Chayo for short.
Rancheras from her radio—
I saw her once
shake out her dress & molt.
DOBLAJE
En la película, el boxeador manco, para enseñar a sus alumnos a mantener
el equilibrio, camina por el borde de una canasta de junco. Sus pasos
juiciosos no mueven ni tuercen la delgada
embocadura del mimbre. Los pupilos del templo expresan asombro, doblados
al inglés, más o menos en el movimiento
de sus labios. En un recuerdo, estoy de nuevo frente
a los posters de Bruce Lee de mi uncle y con la reverencia con que frecuentemente
tengo ante las pinturas rupestres o pergaminos antiguos. Yo era su discípulo,
aprendiendo el juego brusco que hacía de la casa: cojones, más macho, más
galleta, mi tío se burlaba para endurecerme. Apenas furioso, pequeños puños
como limones, imitaba los golpes de los chacos en un espejo del tocador,
donde todas las noches colgaba su cadena de oro y crucifijo;
un regalo de Primera Comunión. Escuchen. ¿Puedes oír a Uncle, un adolescente,
rezar su Padre Nuestro antes de acostarse, mientras detrás de él
Bruce Lee, en una habitación con muchos espejos, se queda
con la boca abierta con un grito de kung fu? En la penúltima escena de la película,
el luchador manco atrae a su némesis ciego
a un aviario, con la esperanza de utilizar los pájaros
para desorientar el agudo oído de su enemigo. Con todas las puertas de la jaula
abiertas, el sonido es un batir de alas y arrullos
en medio de patadas y puñetazos.
In the movie, the one-armed boxer, in order to teach his students
balance, walks the rim of a rush basket. His judicious
steps never overturn or buckle the thin,
wicker mouth. The temple pupils express awe—overdubbed
with an English, less or more than
their lips’ shape. In one memory, I am again before my tío’s
posters of Bruce Lee & with a reverence often reserved
for cave painting or ancient scrolls. I was disciple,
learning what roughhousing made of home: cojones, más macho, more
beans—my tío taunted to toughen me. Hardly fury, fists small
as limes, I mimed the blows by nunchucks in a dresser mirror,
where nightly he hung his gold chain & crucifix—
a First Communion gift. Listen. Can you hear Tío, just a teen,
say his Our Father before bed while behind him
Bruce Lee, in a many-mirrored chamber, stood
open-mouthed with kung fu cry? In the movie’s penultimate scene,
the one-armed fighter lures his blind nemesis
into an aviary, hoping to employ birds
to ransack his enemy’s heightened hearing. With all the cage doors
open, the sound is wing-flight & coo
amid their kicks & punches.
LECTURA ATENTA
forest selva 林
—FRANCES CHUNG
Uno para árbol, dos para bosque,
Ai Gu escribió los caracteres
木林
para mí. Dehiscente y reminiscente:
¿qué madera hizo el baúl
de esperanzas de Ng Ng
con el que emigró;
cargamento desde Guangzhou
a Phoenix? En español, Nana me dice,
esperanza y espera son una sola palabra.
_____
De su puño y letra, ella guarda
una lista de dichos, para tus poemas, dice.
Stomach first
family later, repite de su madre
y de la madre de su madre. Rima, dice.
Dee-say, el verbo con su sonido
sosegado se parece a dice,
lanzar y dice: cortar. Turno tras turno,
ella revisaba el chip de los circuitos integrados
bajo una línea de montaje de microscopios;
las conexiones con el tiempo
cada vez más y más pequeñas.
_____
To enter words in order to see
—Cecilia Vicuña
En clase, aprendemos palabras yámbicas
que brotan del pizarrón con diacríticas
sobre, en lo alto, agraviado. ¿Qué se acumula con los años
en las propias palabras? Qué inmanente
brote, con qué ritmo?
Agave, una mentira en el león, la ménade enloquecida,
por Dioniso, despertó para encontrar a su propio hijo
muerto por su mano. La figura está manipulada
aunque anacrónica. Datos y riberas,
la memoria a menudo toma formas ribereñas.
Oigo el eco agónico de La Llorona
en la suculenta. ¿Cuál es el circuito de close
para acortar o recablear
lo lejano y lo cercano, para mapear
a Ng Ng y Ai Gu en el viaje compartido de Nana?
______
Leí que una ramita de hoja perenne es un símbolo
de lo eterno, que a veces se envuelve
con el ajuar de la nueva novia. Pasaron trece años
antes de que Yeh Yeh pudiera traer
a Ng Ng y Ai Gu. Evergreen
y Empire eran los nombres de las tiendas de la esquina
donde trabajaron por primera vez;
tiendas de la esquina del barrio de Nana.
¡Chinito, Chinito! Toca la malaca,
debió haber cantado en el 49
después de escuchar la grabación
de Don Tosti, una ele donde debería ir la erre
con el sonajero lleno de frijoles o semillas o
como sugiere la canción
el cambio en la ranura tragamonedas de la lavadora.
______
He leído que los adivinos
utilizan tallos de milenrama para consultar
el I-Ching.
¿Qué pasa con los bosques en un apellido de soltera?
Dos guiones forman una raya:
la señal larga en el código binario.
Antenas atentas: una monocotiledónea
semilla de hoja única, el agave se almacena por años
en su tallo. Mis dos abuelas:
el nombre de una guarda un pastizal,
la otra un bosque. Si se hablaban una a la otra,
era con palabras breves y forzadas,
como los primeros golpes de la sierra,
tratando de clavar los dientes en la veta.
forest selva 林
—FRANCES CHUNG
One for tree, two for woods,
Ai Gu wrote the characters
林
out for me. Dehiscent & reminiscent:
what wood made
Ng Ng’s hope chest
that she immigrated with
—cargo from Guangzhou
to Phoenix? In Spanish, Nana tells me,
hope & waiting are one word.
_____
In her own hand, she keeps
a list of dichos—for your poems, she says.
Están más cerca los dientes
que los parientes, she recites her mother
& mother’s mother. It rhymes, she says.
Dee-say—the verb with its sound
turned down looks like dice,
to throw & dice, to cut. Shift after shift,
she inspected the die of integrated circuits
beneath an assembly line of microscopes—
the connections over time
getting smaller & smaller.
_____
To enter words in order to see
—Cecilia Vicuña
In the classroom, we learn iambic words
that leaf on the board with diacritics—
about, aloft, aggrieved. What over years accrues
within one’s words? What immanent
sprung with what rhythm?
Agave—a lie in the lion, the maenad made mad,
by Dionysus, awoke to find her son
dead by her hand. The figure is gaslit
even if anachronistic. Data & riverbanks—
memory’s figure is often riparian.
I hear La Llorona’s agony echo
in the succulent. What’s the circuit in cerca
to short or rewire
the far & close—to map
Ng Ng & Ai Gu to Nana’s carpool?
______
I read a sprig of evergreen, a symbol
of everlasting, is sometimes packed
with a new bride’s trousseau. It was thirteen years
before Yeh Yeh could bring
Ng Ng & Ai Gu over. Evergreen
& Empire were names of corner stores
where they first worked—
stores on corners of Nana’s barrio.
Chinito, Chinito! Toca la malaca—
she might have sung in ’49
after hearing Don Tosti’s
recording—an l where the r would be
in the Spanish rattle filled with beans or seed or as
the song suggests
change in the laundryman’s till.
I have read diviners
use stems of yarrow when consulting
the I-Ching.
What happens to the woods in a maiden name?
Two hyphens make a dash—
the long signal in the binary code.
Attentive antennae: a monocot
—seed to single leaf—the agave store years
for the stalk. My two grandmothers:
one’s name keeps a pasture,
the other a forest. If they spoke to one another,
it was with short, forced words
like first strokes when sawing—
trying to set the teeth into the grain.
INVENTARIO
El -ah era más canto
y ella cantaba más allá del nombre.
Si el nombre fuera río,
el -ah inundaba sus orillas.
Sin embargo, en su canción
el -ah marcaba el aire,
haciéndolo miserable.
El -ah enganchaba y articulaba
su intimidad. Con la boca abierta,
canturreaba su diminutivo;
cantaba sobre la clase, llenando
una cocina trasera a la hora del almuerzo
donde un wok resuena
y un cuchillo corta el cartílago.
Con ella en el almacén,
llevaba las cuentas, era un libro
de contabilidad, una idea de orden
entre las Schlitz y Old Milwaukee.
De tonos en la faringe,
de pulmones que colgaban
como dos portapapeles,
llegaba el inventario del -ah.
Ella ató el -ah a mi nombre
como ese viejo truco:
el tallo de la cereza que ata la lengua.
Quipu o rosario,
en el nudo estaba el saber.
Ella enhebró el ojo para sembrar
un canto fúnebre. Liturgia, la forma
en que cantaba la vocal
en medio del timbre
de la caja registradora;
una canción de campo la mercadería.
Un nah, un no, o uh-oh,
era abracadabra,
una nota final, un colofón
con la marca del encuadernador.
Permanecía encarnado
en el frío del pasillo
o se filtraba como un fantasma en los estantes llenos
donde me quedaba de pie junto a las latas
de Ajax y Green Giant.
La -ah era una longitud de onda,
una forma de frecuencia
como una cadena montañosa.
Era el aura del gesto,
y como un barniz
daba brillo a mi nombre
y se atenuaba como una marca
en el margen. Era la casa de los silbidos,
el espolón de una estrella y podía regañar
desde el mostrador de la carne,
donde ella ponía el precio
con un bolígrafo graso atado a la balanza.
En su largo aliento, la -ah
era dinero para quemar
incienso en una lata de Folgers.
En el oído, como en un espejo,
me encontré escuchando
y como todo el lenguaje
era un regalo de la tumba,
cantando a la separación
y rastreando algo completo.
Aunque no estaba en un mapa,
su cadencia hacía eco de las geografías
y ella lo tarareaba
simplemente sobre un caldo ralo,
hervido a fuego lento durante todo el día
y chupando una short rib.
The -ah was more song
& she sang beyond the name.
If the name were river,
the -ah flooded its banks.
Nonetheless, in its song
the -ah signed the air,
made the air mean.
The -ah hitched & hinged
its intimacy. Jaw-dropped,
it crooned its diminutive—
sang of class, filling
a back kitchen at lunch
where a wok clangs
& a knife trims the gristle.
In the stockroom with her,
it kept accounts, was ledger,
an idea of order among
Schlitz & Old Milwaukee.
From tones in the pharynx,
from lungs that hung
like two clipboards,
came the -ah’s inventory.
She tied the -ah to my name
like that old trick—
tongue-tying cherry stem.
Quipu or rosary,
in the knot was knowing.
She threaded the eye to sow
a threnody. Liturgy, the way
she sang the vowel
amid the till bell—
a field song over produce.
A nah, a nope, or uh-oh,
it was abracadabra,
an endnote, a colophon
bearing the binder’s mark.
It lingered incarnate
in the cold walk-in
or ghosted the stocked aisles
where I stood over cans
of Ajax & Green Giant.
The -ah was wavelength,
a frequency shape
like a mountain range.
It was the gesture’s aura,
& like a varnish
it lustered my name
& diminished like a mark
in the margin. It was whistle house,
a star’s spur, & it could scold
from the meat counter,
where she priced the chuck
with a grease pen tied to the scale.
In her long breath, the -ah
was money to burn,
incense in a Folgers can.
In the ear, as if in a mirror,
I found myself listening
& like all language
it was a grave’s treats,
singing of separateness
& tracing something complete.
Though not on a map
its lilt echoed the geographies
& she hummed it
simply over a thin broth,
simmered daylong
& suckled on a short rib.
PLANTA GEMELA
Busco en Google y encuentro gemela, pero sé que cuate proviene de coatl: el gemelo y la serpiente entrelazadas en una palabra:
la imagen especular de cabeza
y cola, lengua bífida tejida
de hermano, hermana y sibilantes.
En Maquilápolis, sin las piezas de fábrica, las trabajadoras de Tijuana hacen muecas para la cámara. Podrían estar atando cometas distantes, liderando discretas sinfonías; agitando los brazos al mover las manos como nubes en tai chi, en lugar de ensamblar
pantallas planas para una planta industrial.
Muevan las manos tan rápido como sus bocas,
mi nana dice que su supervisor le ordenaba en Phoenix. Ella comenzó en el 68 su trabajo de línea, que transportaba piezas libres de impuestos de fábrica a factory, al otro lado de la frontera; para ser ensambladas con mano de obra más barata. Al jubilarse en los noventa, cuando los feminicidios de las trabajadoras de la maquila estaban en aumento, mi abuela pudo haber tenido un pieza, un chip que inspeccionó; colocado dentro de un producto, por una mujer que trabajaba en Juárez.
Frente a la violencia, las palabras parecen huecas, se sienten fabricadas. Cuando intento imaginar a la mujer que sostenía el circuito que inspeccionó mi abuela, me da vergüenza y miedo. Tal vez llegó a la frontera desde Durango o Oaxaca, tal vez Sinaloa; de donde vino la mamá de mi nana, Rosario. Tal vez, como ella, era la primera vez que dejaba su casa. Imagino partes de su vida, pero no puedo conocerla por completo.
En la clase de español, aprendemos los pronombres de objeto directo e indirecto, cómo se conectan con el verbo conjugado. En inglés, yo pongo
el quién antes de a quién
y qué al inicio de la acción.
Pensar en indirecto
y directo junto con mis acciones, es pensar en relación. En la sintaxis de una línea de montaje, ¿qué parte del discurso eres? ¿Qué parte está libre de impuestos?
Me gusta imaginar la charla y la réplica, la mirada de reojo de la línea de producción que de alguna manera codifica esos circuitos en Phoenix; grabados, doblados, descargados dentro
de los nano-caminos fotolitográficos
que mi nana Pat
y sus compañeros de trabajo revisaban. La litografía originalmente copiaba partituras. ¿Podríamos entonces escuchar un coro, un chisme de advertencia, de consuelo, de organización y resistencia, inscrito en las líneas del pentagrama del circuito?
Gossip es chisme pero también un artefacto, el chunche; del latín cimex, ese bicho
y el software malicioso del susurro,
el hack del ni modo,
y el virus del ¿seriously?
en un circuito ni discontinuo ni discreto sino integrado con palabras y
como los teléfonos, que confirmaban sus partes,
moviéndose a la velocidad de luz; más rápido
de lo que sus manos jamás podrían.
I Google & get gemela but know cuate from coatl: the twin & serpent
entwined in the word—
mirror image of head
& tail, forked tongue knit
of sibling & sibilance.
In Maquilapolis, without the factory parts, the women workers in Tijuana
mime for the camera. They could be tethering distant kites, leading
discrete symphonies, churning arms in tai chi’s cloud hands, rather than
assembling
flat screens for a factory plant.
Move your hands as fast as your mouths,
my nana says her supervisor ordered them in Phoenix. She started in ’68,
her line work that moved duty-free parts from factory to fábrica, over the
border, to be assembled with cheaper labor. Retiring in the nineties, as
the murders of maquila workers were on the rise, my grandmother may
have had a part, a chip she inspected, placed inside a product by a woman
working in Juárez.
Faced with the violence, words seem empty, feel fabricated. When I try
imagining the woman holding the circuit my grandmother inspected, I
am shy & frightened. Maybe she came up to the border from Durango or
Oaxaca, maybe Sinaloa, where my nana’s mom, Rosario, came up from.
Maybe, like her, it was the first time leaving home. I imagine parts of a life
but cannot know the whole.
In Spanish class, we learn indirect & direct object pronouns, how they
connect to the conjugated verb. In English, I place
the who before whom
& what in the wake of acts.
To think of indirect
& direct in union with my actions is to think in relation. In the syntax of an
assembly line—what part of speech are you? What part is duty-free?
I like to imagine the talk & clap back, the factory line side-eye somehow
encoded on those Phoenix circuits—recorded, overdubbed, downloaded
within
the photolithographic
nano-paths my nana Pat
& her coworkers inspected. Lithography originally copied sheet music.
Could we then hear a choir—a gossip of warning, of healing, of organizing &
resistance—inscribed on the staff lines of the circuit?
Chisme is gossip but also gadget, the thingamajig, from Latin’s cimex, that
bug
& malware of whisper,
hack of na-huh,
& virus of ¿de veras?
on a circuitry neither discrete nor discreet but integrated with words and
like the phones their parts made
moving at light speeds faster
than their hands ever could.
MERMAIDS OF THE AIR, 1958
Estoy sentado con sirenas del aire*,
sus colas de pescado en el puesto de un comerciante, donde
fueron levantadas desde una hielera, a la tabla de madera del carnicero
y envueltas en papel periódico. Ahora teclean
sobre el carro y teclas, estas dos sirenas
y su Olivetti. Imagino a la fotógrafa
leyendo a Homero y considerando cómo
en la inspiración y tentación, encontramos
una súplica o pensando de que las sirenas,
con su conocimiento sobres las mareas y la fosforescencia
al final del verano, podrían decir algo
sobre la sorprendente belleza de lo intermedio.
Mi padre, nacido en el 51 en Phoenix, una vez encontró
conmigo, en el mantel individual del dim sum, su signo, el del conejo.
Jackrabbit, creo ahora; lo llaman así por sus
largas orejas similares a las de un burro. Animal de matorral
debajo de un nopal. Un comedor de salvia
acechado por halcones y agricultores de los campos de zacate
y algodón en las afueras de Avondale, donde mi padre
tenía su tienda. Luego llegó el char siu*,
cortado en trozos, los bordes rojos como un beso en una servilleta.
Conocía, por supuesto, La Sirena de la lotería
que Nana cantaba al tirar las barajas. Con frijoles secos
como fichas, escuchábamos al filo del ¡buenas!
Después, recogíamos cada frijol para cocinarlo
con ajo y sal, tal vez con un poco de manteca
que hervía a fuego lento; mientras dormíamos, hasta la mañana,
cuando Nana regresaba del tercer turno.
Homero nunca describe a las sirenas como sexis.
En otros momentos de la historia, son en parte pájaro
y para nada peces. Eurípides las clasifica como sirvientes
de Perséfone, cruzando entre este mundo
y el siguiente. El montaje salta con la mezcla de
perspectivas del modernismo, violencia dispersa del imperio
y la fragmentación. Alguien dice ¡buenas! y
se hace eco de una palabra cantonesa que pregunta ¿quién? Pregunta
¿qué persona? Si se googlea sirenas de aire
aparecen anuncios de sirenas antiaéreas. ¿Puedes ver
mi rosario de frijoles, su rosario de llamadas y respuestas
sobre imágenes, tan repentinas, tan brevemente; todas seguidas?
* Sirenas al aire (Circa 1958) es un fotomontaje de Lola Álvarez Bravo donde combina la perspectiva del mundo moderno y clásico; usando un enfoque surrealista al yuxtaponer objetos improbables. Dos sirenas flotan en un plano pictórico vacío. Estas sirenas ya no desempeñan como en la Odisea de Homero, su papel tradicional de cantar para los marineros desprevenidos. Más bien, tienen un vehículo más moderno para enviar sus mensajes, una máquina de escribir.
* Cerdo asado al estilo cantonés.
SIRENAS DEL AIRE, 1958
I am sitting with mermaids of the air—
their fishtails from a monger’s stall, where they
were lifted from ice bed to butcher’s block
& wrapped in newsprint. Now they type
over carriage & keys, these two sirens
& their Olivetti. I imagine the photographer
reading Homer & considering how in both
inspiration & temptation we encounter
a beseeching or thinking that the mermaids,
with their knowledge of tides & the late
summer’s phosphorescence, might say something
about the startling beauty of betweenness.
My father, born in ’51 in Phoenix, once found
with me on the dim sum’s placemat his rabbit sign.
Jackrabbit, I think now—so called for its
long ears similar to a pack donkey. Scrubland
critter beneath prickly pear. A sage eater
preyed upon by hawk & harvester in the sod
& cotton fields outside Avondale, where my father
kept his shop. Then the char siu came, sliced
with its red edges like a kiss on a napkin.
I knew, of course, La Sirena on the lotería
that Nana called from the deck. With dried beans
for markers, we listened on the edge of bingo.
Afterward, wegathered each bean to cook
with garlic & salt, maybe a piece of saved fat
that simmered, as we slept, until morning,
when Nana would be returning from third shift.
Homer never describes the Sirens as sexy.
At other times in history, they are part bird
& not fish at all. Euripides lists them as servants
of Persephone, crossing between this world
& the next. The montage leaps with modernism’s
mixing of perspectives, empire’s far-flung
violence & fragmentation. Some say bingo
echoes a Cantonese word that asks who? Asks
which person? If Googled, sirenas de aire
shows us ads for air raid sirens. Can you see
my string of beans, its rosary of call & response
over images—so suddenly, so briefly—all in a row?
FUCHI
Fuchi cuando pasamos el corral
o el incinerador de la ciudad. ¿Quién se tiró un pedo?
preguntaba Nana, como si la ofensa
fuera una granada o una pelota de fútbol. No sabía
el origen de su frase, su legado,
hasta que aprendí el verbo tirar en clase de español.
He leído sobre toxinas en las plantas de electrónicos:
químicos que envenenan, producen cáncer,
adormecen el sentido del olfato y gusto
con olores, en los llamados cuartos estériles.
¿Acaso esos olores provocaron un fuchi? Wey por favor,
escucho la palabra. También escucho chino.
Piensa en esos movimientos del Chi Kung:
acariciar la melena del caballo, tocar el laúd,
agarrar la cola del gorrión. ¿Podrían protegernos
del cáncer? ¿Liberar toxinas? ¿Reparar
el chi al terminar la jornada? Recuerdo
haber visto a Chi Chi Rodríguez blandiendo
su palo de golf con gesto triunfal después de embocar
un putt, luego enfunda el palo en su cintura
en un tahalí imaginario. En el doctorado,
aprendí sobre lo abyecto de Kristeva, esos
espacios liminales entre aquello que rechazamos
y eso que nos obsesiona. Al crecer como chino,
la pregunta que más seguido me hacían,
además de qué eres, era sabes
kung fu. Kung, lo busqué, significa
trabajo hábil, entrenamiento intenso o esfuerzo.
Fu significa tiempo invertido. Le pregunto a mi nana
sobre su época en la fábrica. Trabajaba
con microscopios, me dice, buscando marcas.
Si la placa estaba rayada, la tiraba.
¿Qué es lo que conservamos? ¿Qué es lo obsoleto?
Creo fue entonces cuando mi vista empezó
a fallar. ¿Qué tipo de visión está cableada
en nuestros circuitos? Eran como
pequeños mapas, me dice, de la ciudad.
Fuchi when we passed the stockyard
or city incinerator.
Who threw a fart,
Nana would ask, as if the offense
were a grenade or football. I didn’t know
the origins of her phrase, its handoff,
until I learned tirar in Spanish class.
I’ve read of toxins in electronics plants—
chemicals that poison, cause cancers,
numb the senses of smell & taste
with odors in so-called clean rooms.
Did the smells elicit a fuchi? Fool please,
I hear in the word. I hear Chinese too.
Think of those moves in QiGong—
part the horse’s mane, strum the lute,
grasp the sparrow’s tail. Could they ward
off cancers? Release toxins? Repair
one’s chi after one’s shift? I remember
watching Chi Chi Rodríguez parry
his putter with a flourish after sinking
a put, then sheath the club at his waist
in a make-believe scabbard. In grad school,
I learned of Kristeva’s abject, those
liminal spaces between what we reject
& what we obsess. Growing up Chino,
the question I was most often asked,
besides what are you, was do you know
kung fu. Kung, I looked up, means
skillful work, hard training, or endeavor.
Fu means time spent. I ask my nana
about her time in the factory. I worked
the scopes, she says, looking for marks.
If the wafer was scratched, I threw it out.
What is it we keep? What is obsolete?
That’s when I think my eyes started
to go bad. What kind of seeing is hard-
wired in our circuitry? They were
like tiny little maps, she tells me, of the city.
MITAD
Comienza a contarme sobre un padre que ella nunca conoció,
pero que el barrio sí y la llamaban Nehi,
por el camión (su cargamento, un vitral
de refrescos), estacionado aquellas tardes enfrente
de la tienda de su madre. Ella dice su nombre, que era Filipino,
antes de agregar: Soy mitad como tú, mijo. En los poemas, aprendemos
a llamar una rima imprecisa, a medias o asonante. Jaladito,
un insulto racial, ¿qué medias rimas hacemos ella y yo?
Dos hace un cinco y cinco hacen diez. Con sus manos extendidas
y el pulgar mojado, mi padre ponía los billetes frente a mí para enseñarme
a contar el cambio. Por encima de él, en el calor de Phoenix,
caía una ligera nieve sobre los caballos Clydesdales
en el póster de la Bud. De las canciones de los ambulantes y las consignas de los comerciantes,
pudiéramos imaginar aquellos en puestos de limpiabotas,
pulque de barril y rollos de tela; ante el tejedor
de la rueca de hilar o los frascos de mermelada en una ice cream shop;
en las pinturas de castas del siglo XVIII, que inscriben la mezcla racial
en el imaginario de la Ilustración: su genocidio y esclavitud como propiedad,
su matemática de sangre y bienes de mercado. ¿En cuál de esos registros
figura nuestra mitad, dentro de su cocina, en Phoenix?
A la luz del refrigerador o agachados para soplar al piloto de gas
de la estufa, con las manos resbaladizas por la manteca de cerdo Morrell,
engrasando el reluciente Pyrex, ¿estamos todavía a medias o completos
en esos lienzos? Y mi padre en su caja registradora
murmurando sus matemáticas, tarareando divisiones infinitas. I don´t
understand you, dice la inscripción con una combinación demasiado difícil
de identificar. El juego de palabras entre mitad y tener hiende el dolor
del nunca es suficiente. ¿Saber dónde comienza la mitad
nos hace sentir más completos? Aún veo a mi padre tambalearse un paso
o dos sobre la máquina rebanadora, su mano derecha debajo,
el papel de carnicero sostiene casi con cariño, como si estuviese
acunando la cabeza de alguien y no solo atrapando finas rebanadas de jamón.
She starts to tell me about a father she didn’t know,
how the barrio did though & called her Nehi
on account of his truck—its stained-glass payload
of soda pop—parked those afternoons out front of
her mother’s tienda. She says his name, that he was Filipino,
before adding, I’m half like you, mijo. In poems, we learn
to call a rhyme that isn’t true, half or slant. Slant-eyed,
a slur, what half-rhymes do she & I make?
Two makes your five & five makes your ten. His hands out
& thumb wet, my father laid the bills down to teach me
to count change back. Above him, in Phoenix heat,
a light snow fell on the harnessed Clydesdales
inside a Bud sign. Of hawkers’ songs & storekeepers’ chants,
we might imagine those in the stalls of cobbled shoes,
barreled pulque & bolts of cloth; before the weaver’s
spinning wheel or a nevería’s flasks of sweetened syrup—
in the 18th century’s casta paintings inscribing mixed races
within Enlightenment thinking: its genocide & chattel slavery,
its blood math & market goods. What of those ledgers
figures our halfness inside her Phoenix kitchen?
In fridge light or bent down to blow range gas back
to the pilot, hands slick with the Morrell Snow Cap
greasing the lucent Pyrex, how are we half or wholly
in those canvases still? Or my father at his register
crooning his math, singing the infinite divisions. No Te
Entiendo, reads the inscription for a mixing too difficult
to determine. The pun of half & have cuts with the ache
of never enough. Does knowing where the halfing starts
bring us closer to whole? I see my father still in a swaying
two-step over the meat slicer, his right hand beneath
butcher paper held out almost lovingly, as if cradling
someone’s head & not just catching thin slices of ham.
RESISTORES
I just felt like he was fighting us with his machine.
—NELLIE JO DAVID
Estoy en Guadalajara para ver dónde Motorola puso la línea de producción
en la que trabajaba mi abuela; no puedo encontrar el sitio
pero me paso los días en las naves de lo que antes era una iglesia;
mirando los frescos de Orozco. Aquí hay un caballo:
una cadena de tracción por cola, un pistón de locomotora para el corvejón y pezuña.
Sobre los mexicas asesinados, Cortez se yergue: tuercas en las caderas
y rodillas, mano enguantada en la empuñadura de la espada color plata,
como un punto de soldadura. Frente a él: el franciscano
y su cruz latina: ángulos de sierra ingletadora cortada
a punta de daga, y un ángel con armadura en línea de montaje
alzando una pancarta ensangrentada con las letras impresas
de un alfabeto; uno que debo haber empezado a aprender,
en el tono y timbre melodioso de los dientes de leche, en la 48th
y Willetta, un dúplex de un dormitorio al Oeste de las gobernadoras, en el paisaje
desértico de los Pápagos*; y una cuadra más abajo
de la planta de Motorola donde mi abuela perforaba
por las noches, para cuidar la cinta transportadora de semiconductores,
esos antiguos nacientes rotativos que colgaban a la luz de las estrellas
y el imperio (distorsionando, como esa pintura de Gast* sobre el Progreso
y la Blancura envuelta en hilos de telégrafo, ágil y ondulante
como el listón de una caja de pastelería). No hay muro en la tierra O’odham,
escucho a la mujer hoy protestar desde el cucharón
de un cargador frontal, un Caterpillar, por su presencia;
parado sobre unas ruedas tan altas como las puertas de una caja fuerte, sus huecas
fauces de metal, un confesionario o una vieja cabina telefónica
del Mountain Bell en la que ella entró, en medio del saguaro derribado
y las costillas de un órgano. Su cuerpo donde va la tierra dice,
que su cuerpo es la tierra que el muro quiere corroer. Comparto esto,
usando mi plan de datos por el ancho de banda, desde los servidores
de la nube, en lo profundo de sus cristalinas redes desérticas
y minerales de tierras raras haciendo de mi celular
un teatro de caja negra, haciéndola a ella código, haciéndola
algoritmo (tanto soprano y como Mario Savio), la soldadura
aparentemente un salto cuántico de soldada y solidaridad.
Aún así, recuerdo el shofar en la versión de
King James de mi abuela, la imagino cabalgando esos años con jinetes,
pastoreando el sonido a través de lo sólido y conozco
la dura realidad: el micrófono desafiante que hace esta mujer
sostiene, resuena con todo su cuerpo bajo los dientes de la excavadora.
* Se refiere al grupo originario de los pápagos o tohono o´dham, cuyo territorio se encuentra en la línea fronteriza México-Estados Unidos; entre la parte oeste de los estados de Sonora y Arizona.
* https://en.wikipedia.org/wiki/American_Progress
EL PERMANENTE DE MI PADRE
Le pidió a su hermano menor,
que había vuelto de L.A.
y recién salido del clóset,
que se la hiciera.
Tomaron una silla
del comedor,
con el vinilo agrietado, patas cromadas,
a la cocina de Ng Ng
al lado del fregadero
donde ella lavaba el arroz,
apretando las manos
como si fuera a rezar,
pero con granos
susurrando
entre ellas. Fui educado
con dos nombres blancos:
uno gringo y otro extranjero*,
arroz blanco para la cena
o congee* en la mañana,
caldoso con salchicha.
En esta foto,
debo tener tres,
tal vez cuatro. Para ese entonces mis papás
acababan de separarse.
Nos inclinamos el uno hacia el otro;
mi pelo de cazuela,
sus finos rizos
casi dibujados a lápiz.
Curly en inglés
también significa chino.
¿Qué representaban los chinos
después de su divorcio?
Como su matrimonio fallido,
¿qué líneas raciales
estaban atravesando su nuevo peinado?
¿Estaba viendo
a las Panteras Negras marchando
en Oakland?
¿Estaba pensando
en
los hermanos de mamá,
mis tíos, una década
después del alisado antifrizz,
secado con pistola
y copete rockabilly
¿Qué podría haberle significado
un permanente, a él,
hijo de un hijo con papeles
y comerciante?
¿Qué constante
esperaba
más que el juego de Quick-Stop*
cuando escuchaba por las noches
“Always & Forever”*?
¿Está mal escuchar
“Let’s Stay Together”*
con ese tratamiento para rizos
enjuagado en un fregadero,
con frecuencia relleno de gai choy*
y pedazos de cebolla
del huerto de Ng Ng?
Ella dijo que no iría
a la boda, dice mamá
cuando le pregunto sobre
aquellos días. Ella era muy
tradicional.
Yo no encajaba. Tal vez vi
sus costumbres en las hendiduras
que trabajaba, un espantapájaros
con rastrillo de jardinería
y sacudiendo la manguera.
Sembrando aquí
lo que sabía de allá,
con una bolsa de yute
para el repollo y raíz de loto,
ella cosechó contra
la pérdida. ¿Qué habrá pensado
del permanente que se hacía el tío
al lado de su tabla de cortar?
Recuerdo cómo, el tío mensajea,
le secaba las gotas de solución que caían
quemándole la nuca
Solución sugiere
un problema resuelto. De pie junto a él,
el trapo de cocina de Ng Ng
cubría a su hermano;
el pelo mojado de mi padre
entre sus dedos,
mientras el tío enrollaba los chinos
dándole a mi padre,
como decimos, cuerpo. En ese momento,
dos cuerpos, dos hermanos;
el estilista de un hermano,
el guardián de un hermano,
resolviendo las variables
del deseo y la diferencia.
El cruce de ella irreductible
en la ecuación,
Ng Ng barría el piso,
me imagino, si acaso se cortaba
algún cabello: mala suerte,
diría ella,
especialmente en Año Nuevo,
cuando cortarse el pelo
es ahuyentar la buena suerte.
* En cantonés la expresión idiomática "fan qwei lo" se da a los blancos de Estados Unidos y Canadá. El termino se usa de forma peyorativa. Como por ejemplo, en México se les dice gringos, yanquis, weros o gabachos.
* Sopa de arroz aguado con pollo.
* Quickstop es un juego de cartas dinámico.
* Always and forever es una canción de R&B, compuesta por Rod Temperton; lanzada en 1977.
* Let´s Stay Together es una canción de Al Green, lanzada en 1971.
* Mostaza china verde.
He asked his younger brother
—back from L.A.
& recently out—
to give it to him.
They took a dining
room chair—
cracked vinyl, chrome legs
—into Ng Ng’s kitchen
beside the sink
where she washed her rice,
hands pressed
as if to pray
but with grains
whispering instead
between them. I was raised
with two names for whiteness:
gringo & lo fan,
white rice with dinner
or morning jōk,
runny with sausage.
In this picture,
I must be three,
maybe four. My folks then
have just split up.
We lean into one another
—my bowl cut,
his thin curls
almost pencil-drawn.
Chino in Spanish
also means curly.
What did curls mean
after their divorce?
Like their failed marriage,
what racial lines
was his new do crossing?
Was he watching
Black Panthers marching
in Oakland?
Was he thinking about
Mom’s brothers,
my tíos, a decade
after blowouts,
blow-drying back
pompadours?
What might a permanent
have meant to him,
son of a paper son
& shopkeeper?
What steadiness
did he hope for
more than a Quick-Stop
when listening nights
to “Always & Forever”?
Is it wrong to hear
“Let’s Stay Together”
in that hot curl treatment
rinsed at a sink
often filled with gai choy
& cut onion
She said she wouldn’t go
to the wedding, Mom says
when I ask about
those days. She had old,
traditional ways.
I didn’t fit. Maybe I saw
her ways in furrows
she labored—scarecrowed
with bow rake
& whipping the hose free.
Sowing here what
she knew over there,
with jute bag
of cabbage & lotus root,
she reaped against
the loss. What did she think
of Uncle’s perm rods
beside her chopping block?
I remember, Uncle texts,
dabbing where solution dripped
& burned down his neck.
Solution suggests
a problem’s fixed. Standing over him—
Ng Ng’s dishcloth
caped about his brother
—my father’s wet hair
between his fingers,
Uncle rolled the curlers
giving my dad,
we say body. In that moment,
two bodies, two brothers—
a brother’s hairdresser,
a brother’s keeper—
solve for the variables
of desire & difference.
Her crossing irreducible
in the equation,
Ng Ng swept up,
I imagine, if any hair
was cut—bad luck
she would say,
especially on New Year’s,
when cutting hair
is cutting one’s fortune.
NOVENA
*
Como en los viejos teléfonos de disco, pensé: cada cuenta
redonda y divina con números, es una línea directa
al cielo. Oy oye Oy sí Oy ya, un caldo cayó
la primera vez que sostuve la cuerda con mi nana
para jalar la oración como si estuviera pescando. Sin bote, ni borda,
solo platos con huevos estrellados, un sartén
torcido donde la sobras de grasa se hacían gelatina. La misma
grasa amarilla en los dedos que embadurnaba mi Ave María.
Aún así, el ritmo de la plegaria se interrumpía y desacompasaba en una letanía:
al ignorar las palabras, me retrasaba para hacer eco de las suyas.
Like old rotary phones, I thought: each bead
round & numinous with number—a direct line
to heaven. Oy ear Oy yes Oy ya—a caldo knocked
the first time I held the string with my nana
to pull prayer as if trawling. No boat, no gunwale—
only morning dishes yolk-streaked, a skillet
cockeyed where drained fat jellied. Same grease
yellowed my fingers greasing my Hail Mary.
Still, prayer’s pace stalled & staggered in litany—
not knowing the words, I hung back to echo hers.
*
Cuando Ng Ng murió, el día del funeral,
un primo se quedó para deshacer las camas,
sentarse en la puerta y mantener el porche limpio.
Para que los muertos no vuelvan a casa por accidente,
dijo mi padre. Entonces, luego cuando él falleció,
comimos nuestro Werther’s y nos guardamos las monedas,
el cambio dulce de algo amargo
que me hizo pensar en las brillantes y escalonadas hileras
bajo su caja registradora: jawbreakers, sugus,
chocolates de peanut butter y paletas como zafiros.
When Ng Ng died, the day of the funeral,
a cousin stayed behind to unmake the beds,
to sit at the door & keep the threshold swept.
So the dead don’t come home by accident,
my father said. Then, as later when he passed,
we ate our Werther’s & pocketed the quarter,
the exchange rate of sweet for the bitter
that had me thinking of the bright, tiered rows
beneath his register—Jawbreakers, Now
& Laters, Paydays & suckers like sapphires.
*
Una vez le llamé por teléfono a mi papá por la lengua de vaca
que despedazaba y vendía en la tienda familiar,
escribía con un sharpie LENGUA Y TONGUE con el precio
por libra, luego le ponía el código
sobre la carne fulgurante. Un chico “de aquí”, no leería
ni escribiría los trazos, pero él sabía español
y toisanés, mientras yo sabía que mi tata
prefería esa lengua sobre cualquier filete mignon;
como también la palabra se asienta dentro de lo que permanece, brillante
y latina, en el cristal carnicero del verbo.
I once called my dad about the beef tongue
he butchered & sold for the family shop—
he’d Sharpie tongue & lengua with the price
per pound, then stake the nameplate’s pin
in the bright meat. A “born-here” boy, he didn’t read
or write the strokes, but he knew the Spanish
& Toisanese, while I know how my tata
preferred it with pride over any filet mignon;
how too the word sits inside belong—bright
& Latinate in the butcher glass of the verb.
*
Me pregunté por el orden de los trazos en lengua,
qué marca se hace primero. En línea, vi cómo la tinta
llenaba la palabra ahuecada y luego le di play
para escucharla en voz alta. Los sonidos del toisanés
como lee o leave. Recuerdo la bola de carne
a la luz del foco de nuestro refrigerador, el delgado
rompevientos que mi padre vestía arriba de su delantal
y el agudo chillido mientras afilaba sus cuchillos.
Los cortes de mi padre eran también caligrafía.
¿Qué impresión de tinta haría en sus cortes de carnicero?
I wondered at the stroke order of tongue,
what mark is made first. Online, I watched ink
fill the hollowed-out word & then pushed play
to hear it said aloud. The Toisanese sounds
like lee or leave. I remember the beef round
in the one-bulb light of our walk-in, the thin
windbreaker my father wore over his apron
& the shrill sound as he sharpened his knives.
My father’s cuts were calligraphy too.
What ink print would his butcher block make?
*
Mi abuela está en duelo es la expresión en español para luto.
Oigo a Orfeo con su instrumento de cuerdas,
pulsadas por su cuerpo hueco
afinado en proporciones equivalentes a las vastas y cartografiadas distancias
entre los planetas. ¿Qué pasaría si trajera hilo de carnicero
a mis muertos para atar y afinar las lenguas?
—Deus—Deos—Dejos—Dios—Joss—
¿Qué enseñanza tendría? ¿Qué rosario
en una oración pidgin* compuesta por el llamado del pregonero
que regatea el eco forzado de la etimología?
* Pidgin hace referencia a una lengua que se produce entre dos o más grupos con lenguas diferentes.
My nana mourns in the Spanish word luto.
I hear Orpheus with his hollow-bodied,
plucked-string instrument tuned at ratios
equivalent to the vast & charted distances
between planets. What if I brought butcher’s
twine to my dead to truss & tune to tongues?
—Deus—Deos—Dejos—Dios—Joss —
What novitiate would I make? What rosary
in pidgin prayer composed of barker’s call
that haggles the strained echo of etymology?
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